Las dos festividades más importantes de la ciudad tienen un símbolo indiscutible: la sardina. Este año, el COVID ha impedido exaltarla en San Juan o enterrarla en Carnaval, pero el homenaje ha sido posible gracias a la escultura que luce, desde ayer, en la rotonda de plaza de España. Un enorme pez de 350 kilos, obra del escultor coruñés Miguel Couto, encargada por el Concello, rinde tributo desde un enclave que no podía haber sido mejor escogido. “Es el nexo entre San Andrés y Monte Alto. Es una zona de bares, de congregación, de unión”, revela el escultor. La sardina, que llevaba desde junio en su taller esperando a ser colocada tras los múltiples aplazamientos ocasionados por la pandemia, ostenta ya la función para la que fue concebida: recordar a los coruñeses su talante a pesar de los malos tiempos. “Habla del carácter lúdico y alegre de A Coruña. Por eso está en pie, es una pieza que se levanta con fuerza y orgullo”, resume Couto. El también autor del perro Ney, de la plaza de Lugo, admite que esta es una de sus piezas más especiales: “Es la primera en mi ciudad con esas dimensiones. Tiene un gran significado para mí”.