El cierre de las instalaciones deportivas de la ciudad a causa de la pandemia está haciendo estragos entre los aficionados a las diferentes disciplinas, que ya no saben cómo hacer para continuar practicándolas. La situación es más peliaguda para aquellos que precisan de un lugar debidamente acondicionado para jugar, como sucede con el golf, por lo que un practicante de este deporte no dudó ayer en utilizar la pradera que bordea la playa de Oza para ponerse a ensayar con sus palos. Es posible que la calidad del improvisado green no fuera la adecuada, pero a buen seguro que el golfista agradeció el simple hecho de ver desplazarse la bola por el césped.