Basta con visitar las plantas subterráneas de la Fundación Barrié de la Maza para adentrarse en un mundo de color, de creatividad, de admiración, de caos y, sobre todo, de arte. Es el mundo creado por Joan Miró (Barcelona, 1893), uno de los máximos representantes del surrealismo. Dividida en cinco apartados, Miró. Una exposición, abierta desde ayer al público, repasa las obras de la última etapa del pintor catalán, pero también recupera piezas de los años treinta y cuarenta para viajar por los procesos creativos del artista.

Cuando uno baja las escaleras de la Fundación Barrié, que tiene un aforo reducido al 30% por el coronavirus, se encuentra con Miró en su taller de Son Boter, que ahora es el edificio más antiguo de la Fundació Miró Mallorca. En toda la muestra, se recuerda el deseo del pintor, escultor, ceramista y grabador de “asesinar la pintura”, como él mismo expresó en varias ocasiones. Un asesinato que, en realidad, es vida, innovación y reinvención. Las mujeres, los pájaros y las estrellas, elementos muy identificativos de la obra de Miró, se encuentran en las piezas expuestas en A Coruña. Son un total de 47 obras, de las que 40 proceden de la colección que la Fundación Mapfre muestra en su Espacio Miró en Madrid. Pero esos tres elementos tan característicos del artista catalán cobran un nuevo sentido en las últimas décadas de su trayectoria.

Su primer viaje a París fue en 1920, pero también se convirtió en una referencia en Nueva York y Tokio. Experiencias y lugares que se reflejan en sus cuadros, que en ocasiones llevan al espectador a pensar en grafitis y trazos agresivos. Un espacio de la Fundación Barrié se reserva para la escultura de bronce Tête de Femme, de 1974. Lo curioso es que está rodeada de bocetos y pequeños modelos, como el de arcilla pintada y los de yeso.

Paredes llenas de cuadros, pero también de la historia de Joan Miró y sus conversaciones con Georges Charbonnier, Jacques Dupin o George Raillard, al que le expresó su “amor por el soporte”. Se pueden contemplar sus creaciones sobre telas o cartón, y conocer a sus Cabezas, esos autorretratos de criaturas extrañas cargadas de sentimientos.

Marcada por la pandemia, esta exposición tuvo que aplazar su estreno y ahora que ya está recibiendo a los primeros visitantes, lo hace combinando la presencialidad con contenidos virtuales. Con la eliminación de los folletos físicos, el usuario puede descargarse información sobre la muestra a través de un código QR y también acceder a una entrevista con Joan Punyet Miró, nieto del pintor.

Una forma de adentrarse aun más en la historia de un artista que trató de romper todos los moldes. Acompañado siempre de otros artistas, como Pablo Picasso o Alexander Calder, muestras de amistad que se plasman en las fotografías que acompañan los cuadros en la Fundación Barrié, que exhibe las piezas de Joan Miró hasta el 16 de mayo.