De la cumbre de ayer en María Pita no se esperaba una solución definitiva para condonar la deuda del Puerto, construir el ferrocarril de Langosteira y acometer la urbanización de los muelles. Sí se aguardaban compromisos firmes que ayudaran a encauzar estos tres problemas, enquistados desde 2004. Y el único compromiso firme del Gobierno supone un mazazo para las demandas de la ciudad, plasmadas en los acuerdos unánimes de su Corporación local. A poco sabe llevar a 2035 el inicio de la amortización del préstamo, que debía comenzar este año, porque, sin otras soluciones económicas, solo aplaza el problema. El portazo del Ejecutivo a perdonar los 200 millones de euros que el Puerto le debe por la obra que él mismo le encomendó lastra su sostenibilidad económica y le aboca a obtener ingresos con los muelles, cuya urbanización y recuperación para el uso ciudadano quedan ahora condicionadas por esta necesidad financiera. Supone, además, un agravio comparativo con Valencia, donde el Ejecutivo asumió la deuda generada por un proyecto portuario. El Gobierno alega que no puede imitar en A Coruña el pacto de Valencia con Compromís para la investidura de Pedro Sánchez porque son realidades diferentes. Ante casos distintos, soluciones distintas, pero sin discriminaciones y con el mismo desenlace. Seguro que con voluntad política se pueden encontrar.