En la plaza de Tabacos hay un bar que conserva todavía las bolas de Navidad en una de sus ventanas. No volvió a abrir sus puertas desde el último cierre, así que, lo poco que se puede ver de su interior se quedó anclado en el mes de diciembre. Desde el pasado lunes, cuando el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, presentó la relajación de las restricciones sanitarias en la ciudad para frenar los contagios de coronavirus, con su consiguiente apertura de las terrazas, empezó el movimiento en locales que llevaban semanas cerrados e, incluso, entre los que habían decidido seguir prestando servicio vendiendo café y comida para llevar. Con la vuelta a las terrazas, se llenaron ayer las calles de mesas y sillas envueltas en plástico, listas para ser desplegadas esta mañana.

Los hosteleros de la ciudad no han parado de reivindicar ayudas para paliar las pérdidas que han sufrido desde el inicio de las restricciones sanitarias. Aseguran que abrir las terrazas al 50% de su capacidad no es suficiente para poder remontar su situación y demandan que se deje de criminalizar su actividad, ya que se cierra la hostelería cada vez que empeoran los contagios. Esta relajación en la apertura de los locales de hostelería tampoco beneficia a todos los negocios, ya que, al tener que cerrar a las seis de la tarde, algunos locales, como las cervecerías, cuyos clientes acuden tras salir de trabajar, no pueden retomar su actividad.

Galicia inicia la desescalada con el foco puesto en la hostelería, un sector que reabre de forma parcial y con mayores medidas de seguridad que nunca: más inspecciones para vigilar el cumplimiento de las restricciones, la obligatoriedad de ofrecer a los clientes un código QR para registrarse y así facilitar el rastreo en caso de contagios, aunque el usuario del bar o restaurante puede rechazarlo, y un nuevo cálculo del aforo permitido, entre otras iniciativas