Carlos Clemente, de Gurugú. | // CARLOS PARDELLAS

Abren con restricciones, con aforos muy reducidos y sorteando un montón de adversidades, pero abren. La sala Gurugú y Teatro do Andamio vuelven a programar este fin de semana funciones para los más pequeños; lo hacen porque las restricciones sanitarias lo permiten y también porque tienen unos compromisos de programación y unas ayudas comprometidas que no saben cuán flexibles serán si no cumplen con su parte, así que vuelven a abrir sus puertas para que compañías y público se reencuentren.

Carlos Clemente, de la sala Gurugú, explica que han decidido retomar la actividad casi en el mismo punto en el que la habían dejado, con la participación de las compañías nacionales que acuden a su escenario gracias a la colaboración del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música. Este fin de semana será la astur-brasileira La Sonrisa del Lagarto la que interpretará su espectáculo de sombras y teatro Oiha en Gurugú —mañana, a las 18.30 horas y el domingo, a las 12.30—. “Es una oportunidad casi única de verla”, alerta Clemente, ya que, las que forman parte de este programa son compañías que no suelen recalar en A Coruña. “Tenemos que ir recuperando el hábito de programar porque, si no lo hacemos, el público tampoco va a recuperar el de ir a las salas”, comenta Clemente, que sabe que algunas de las familias que asistían siempre a los espectáculos de su sala tienen todavía “miedo”, aunque, defiende que la cultura es segura y no se dan contagios.

La directora y profesora de Teatro do Andamio, Gema Ulloa, recuerda que, en cuanto han podido abrir sus puertas, lo han hecho, por eso ya tuvieron funciones en febrero y seguirán ofreciéndolas en marzo y abril, si las restricciones sanitarias lo permiten. Su aforo actual es de 24 butacas y, según relata, la respuesta del público ha sido “muy buena”, colgando el cartel de “no hay billetes” en varias ocasiones.

Para este fin de semana tienen dos espectáculos, mañana por la noche, Lembra, teatro para adultos, de la compañía madrileña Tartana, a las 20.00 horas y, el domingo, Desastres, de Higiénico Papel, para público familiar, que ofrecerá dos funciones, a las 12.30 horas y a las 18.00 horas. “Nos vamos reinventando”, dice Ulloa, ya que Teatro do Andamio tiene no solo la sala, sino también compañía de teatro y escuela, en la que las clases se impartieron online con una “respuesta increíble” entre el alumnado. “Solo cerramos la sala, el resto siguió funcionando”, explica Ulloa. También Clemente apunta que Gurugú, a pesar de no programar, sirvió de residencia para compañías de la ciudad.

El beneficio que consigue Teatro do Andamio con la programación de actuaciones viene exclusivamente de la taquilla y es un margen muy pequeño el que se quedan al intentar llenar el hueco cultural que hay en la ciudad con el cumplimiento de las restricciones de aforo. También Carlos Clemente hace hincapié en ese punto. Las compañías que actuaban en la sala Gurugú sin cobrar caché, es decir, quedándose solo con el dinero de la taquilla, ahora no pueden hacer esa apuesta, a no ser que vivan muy cerca, ya que, con la posibilidad de vender a penas una veintena de entradas por función, no consiguen cubrir los gastos que les genera llegar y estar en A Coruña un fin de semana. Subir las entradas, sin embargo, no es una opción en Gurugú. “Sería contraproducente”, sentencia Clemente, ya que el Concello también cuenta con programación infantil y, en ocasiones, gratuita, de modo que defiende que los precios han de ser accesibles para las familias, sobre todo en la situación actual.

Ulloa pone de manifiesto también las dificultades que supusieron los cierres perimetrales, no solo para la contratación de las compañías sino también para el público, ya que, aunque algunas familias estaban dispuestas a ir a alguno de los espectáculos programados, al final, se daban cuenta de que no podrían hacerlo, porque no vivían en la ciudad.

Sean como sean las próximas semanas y la evolución de la pandemia, las salas trabajan con un escenario en el que siguen abiertas y en el que, tras el verano, la situación epidemiológica les deja volver, paso a paso, a la normalidad de antes de la irrupción del coronavirus. “Antes, en diciembre, ya teníamos las actuaciones cerradas hasta abril, ahora, vamos programando casi semana a semana”, relata Ulloa. Con todo, ambas salas se enfrentan a la desescalada con ánimo y con muchas ganas de disfrutar de buen teatro sobre sus escenarios y muchas sonrisas en las butacas, aunque las mascarillas les impidan verlas.