Trazado del oleoducto A Coruña-Vigo // LA OPINIÓN

El de Repsol en A Coruña.

La construcción del poliducto entre la refinería y el puerto exterior, cuyas obras comenzarán en breve, supondrá la desaparición del que ahora une el complejo de Repsol con el puerto petrolero y que discurre bajo una buena parte de la ciudad con un recorrido de 6,4 kilómetros. Pero la entrada en servicio de esa conducción no afectará a otra, quizás menos conocida y que tiene gran trascendencia para la comunidad gallega, ya que transporta por el subsuelo combustibles desde A Coruña a Vigo y alcanza una longitud de 154,7 kilómetros.

El trazado discurre en el término municipal coruñés junto al actual poliducto que va hacia el puerto y al llegar a Alfonso Molina gira en dirección al sur, ya que desde allí continúa en buena parte en paralelo al de la Autopista del Atlántico, por lo que el oleoducto, que nació para evitar un continuo y peligroso tráfico de camiones cargados de productos inflamables, puede ser considerado también como una autopista para los combustibles.

La iniciativa de su construcción fue de la empresa estatal que se encarga de la distribución de estos productos, entonces Campsa, más tarde CLH y desde este mismo año Exolum. El objetivo era transportar un millón de toneladas al año de productos como la gasolina, el gasoil y el queroseno mediante un oleoducto cuya construcción se presupuestó en 21 millones de euros, a los que hubo que sumar el coste de las instalaciones de la cabecera en la refinería coruñesa y de la terminal de combustibles en Puxeiros, en el municipio de Mos, a la que llega después de atravesar el subsuelo de 21 municipios de las provincias de A Coruña y Vigo.

En 1991 se publicó la relación de fincas afectadas por las expropiaciones necesarias, más de 7.000, y las obras comenzaron a mediados de 1993. Los numerosos problemas surgidos para la construcción del oleoducto hicieron que su entrada en servicio se demorara hasta enero de 1996.

El oleoducto es una tubería de acero al carbono de 25,4 centímetros de diámetro que se halla enterrada a una profundidad de 1,30 metros. A lo largo de su trazado se estableció una zona de servidumbre de cuatro metros de anchura por la que discurren tanto la tubería como las instalaciones complementarias. La protección de esta infraestructura está garantizada mediante la prohibición de hacer trabajos de arada o excavaciones a menos de dos metros de la conducción, espacio en el que tampoco se podrán plantar árboles o arbustos.

También se prohíbe la realización de trabajos que puedan dañar a la tubería a una distancia inferior a diez metros de la misma, aunque podrá reducirse si se solicita permiso a la Administración y se cumplen las condiciones fijadas. La zona por la que pasa el oleoducto tendrá además libre acceso permanente para los operarios que realizan las tareas de mantenimiento y reparación de la conducción. Si en el desarrollo de estas tareas se causa algún daño en las fincas próximas, los propietarios de las mismas serán resarcidos.

Los equipos de control del oleoducto también cuentan con una franja de protección, en este caso de metro y medio de anchura, y en la que también se prohíbe cavar a más de 70 centímetros de profundidad.

Seis kilómetros de tuberías bajo la ciudad

Os Castros, O Castrillón, Barrio de las Flores, polígono de Elviña y Agrela son las zonas de la ciudad afectadas en este momento por el poliducto —son catorce tubos que transportan tanto crudo como productos refinados— que comunica el puerto petrolero con la refinería. La construcción de la nueva conducción que partirá de punta Langosteira y llegará hasta el complejo de Repsol liberará al casco urbano coruñés del peligro que supone el paso de esta infraestructura por zonas con un elevado volumen de población, una situación única en Europa, ya que cada día circulan por el subsuelo coruñés 20.000 toneladas de productos.

Cámaras de vídeo y guardias jurados vigilan de forma permanente el trazado para evitar que el oleoducto sufra daños, aunque la conducción es revisada de forma completa una vez al año y en varias ocasiones ha sido objeto de reparaciones. Con su desmantelamiento quedará una franja ajardinada en la ciudad de más de seis kilómetros de la ciudad cuyo futuro es por el momento una incógnita.