“Hubo un momento en el que no dábamos abasto”, sentencia Susana Catalán, agente de la Policia Local. Salía a las calles para vigilar, intentar que todo el mundo permaneciese en su casa y también para dibujar una sonrisa en la cara de los niños cuando tenían que celebrar sus cumpleaños desde la ventana. “Al principio fue un poco caótico porque nadie sabía nada y la gente estaba alterada”, indica.

El 092 asumió un “papel un poco complejo”, en el que la “función coercitiva” fue protagonista. “Daba la sensación de que estábamos riñendo todo el rato”, se sincera la agente, que reconoce que “poco a poco se fue relajando la cosa y todo fue a mejor”. “A nivel psicológico fue difícil porque todo era incertidumbre y no sabíamos nada”, añade.

Para Susana Catalán, una parte muy positiva fue la del trabajo en equipo: “Hicimos equipo, como una familia. Eso ayudó bastante porque todos estábamos pasando por lo mismo y teníamos las mismas sensaciones”. Una “motivación” que le aportaba ganas para enfrentar las batallas diarias. No fueron pocas. “Recibimos muchas llamadas de vecinos. La gente intenta arañar minutos antes del toque de gente. Todos los días tienes que recordar a las personas que hay que tener paciencia y ser solidario”, reflexiona la policía local, que opina que “los niños dieron ejemplo”. “Te das cuenta que tendemos a ser egoístas y decir que necesitamos salir a la calle, pero es que todos lo necesitábamos, incluidos los niños, que aguantaron mucho”, detalla.

El aluvión de llamadas a la Policía Local no cesa. Han pasado los meses más duros, pero Catalán informa que “desde que abrió la hostelería, mucha gente avisa de que hay clientes sin usar mascarilla o sin respetar la distancia de seguridad”. El problema, muchas veces, es que cuando los agentes llegan al lugar del incidente “ya no hay nadie”. La policía es consciente de que “la hostelería está sufriendo”, pero también defiende su trabajo. “Descubres que la única manera para que la gente se de cuenta de que lo hace mal es denunciar”, expone.

Le preocupa, además, que la pandemia “vaya a afectar psicológica y emocionalmente a muchos”. “Oímos hablar de muertos, pero no somos conscientes”, concluye.