Las playas del municipio también contarán el próximo verano con un sistema de control de su aforo para evitar que la excesiva concentración de personas favorezca la propagación del coronavirus. El Concello ha sacado ya a concurso por 28.601 euros la contratación del alquiler, montaje, desmontaje y mantenimiento diario del vallado en los arenales de Oza, San Amaro, As Lapas, Matadero, Orzán y Riazor entre el 15 de junio y el 15 de septiembre con el fin de garantizar que la entrada y salida de estos lugares se realiza únicamente a través de los puntos autorizados.

Aunque la fecha inicial de estos equipamientos será el 15 de septiembre, al igual que sucede con el servicio de socorrismo, podrá demorarse unos días en función de las condiciones atmosféricas, aunque el adjudicatario del contrato no tendrá derecho a una mayor compensación económica. El montaje del vallado estará terminado al menos un día antes del inicio de la temporada de playas, mientras que el desmontaje podrá realizarse en la jornada siguiente a su finalización.

El Gobierno local justifica la implantación de este sistema de control de aforo debido al carácter urbano de las playas de A Coruña y a que la ciudad es una de las que posee una densidad de población más alta de España, lo que hace que los arenales tengan un elevado índice de ocupación incluso en los días laborables.

La solución empleada el año pasado y que se volverá a utilizar en la nueva temporada estival para calcular la ocupación de las playas fue la instalación de unos arcos que registran las entradas y salidas de personas, a los que se unen unos semáforos que informan con sus luces de la posibilidad de acceder al arenal o la necesidad de esperar a que se reduzca el número de usuarios.

En los puntos de acceso se ubicaron en 2020 jóvenes que informaban a los bañistas sobre el funcionamiento del sistema, a lo que se sumó la información regular sobre la necesidad de respetar la normativa para impedir los contagios a través de los altavoces del servicio de socorrismo de los arenales. La Policía Local recorrió además las playas de forma continua para comprobar el cumplimiento de las normas y que las entradas y salidas se efectuaban de acuerdo a lo previsto. El sistema se complementó con la habilitación de una página web que informaba en tiempo real de la ocupación de cada una de las playas y con la instalación de cámaras de vigilancia en las mismas para comprobar su aforo, así como el cumplimiento de las normas.

En los primeros días del pasado verano surgieron problemas en las playas de mayor dificultad para regular los accesos, como Riazor y San Amaro, debido a que algunas personas optaban por eludir los puntos de acceso establecidos y entraban a la arena desde cualquier punto del andén en la primera de ellas aprovechando el escaso desnivel y la inexistencia de barreras en la segunda.

Este hecho lleva ahora al Concello a detallar en el pliego de condiciones del concurso para el suministro de las vallas que estas deben ser suficientes para impedir la entrada a las playas por lugares que no sean los establecidos previamente como puntos de control, por lo que en Riazor serán necesarios 600 metros de vallas para delimitar todo su borde, mientras que en San Amaro habrá que instalar 200 metros de estas barreras. Para el resto de las playas, debido a las características de sus accesos, tan solo será preciso colocarlas en los lugares por los que se efectuarán las entradas y salidas.

Las vallas tendrán además que ser fácilmente desplazables, según señala el pliego de condiciones del concurso, para que puedan ser retiradas en caso de necesidad ante una situación de emergencia en las playas.

La afluencia masiva de bañistas hizo que el año pasado en determinados momentos de días con condiciones atmosféricas muy favorables se formasen grandes colas para entrar en los arenales más concurridos, aunque sin que llegaran a producirse incidentes. Aunque el Concello tenía un cálculo estimativo de la cantidad de personas que podían acomodarse en cada playa, su número varió en función de la intensidad de las mareas, ya que cuando se produjeron las pleamares durante las mareas vivas incluso fue necesario desalojar por completo las playas del Orzán y Matadero.