Las asociaciones que nacieron al abrigo de los museos de la ciudad se enfrentan a los nuevos retos que les pone delante la pandemia de coronavirus.

Sus objetivos, igual que el primer día, son abrir las puertas de los museos, que nadie tenga miedo a flanquearlas porque no tienen formación suficiente, porque piensa que los contenidos que ofrecen no son para ellos o porque nunca han sentido curiosidad por lo que hay.

La Asociación de Amigos dos Museos de Galicia, nacida en 1975; la Asociación de Amigos do Museo de Belas Artes, que cumple treinta años y la Asociación de Amigos de la Casa de las Ciencias, que lleva 28 años de actividad, cuentan cómo han evolucionado y cómo están consiguiendo conjugar sus objetivos con las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia.

Han encontrado en las nuevas tecnologías una aliada para seguir activas, a pesar de todo, a pesar de que la irrupción del coronavirus haya puesto patas arriba todas sus programaciones y planes.

Defienden la difusión de la ciencia, del arte y del conocimiento para todos los públicos, independientemente de su edad y de su formación, para que puedan disfrutar no solo de puertas para dentro sino también cuando salgan por ahí, cuando den una vuelta por el monte y consigan reconocer las setas que se encuentran por el camino o que las piedras son algo más que eso. Son retazos del pasado que cuentan también la historia de cómo hemos llegado hasta aquí.

Manuel López Mirón, tesorero de la asociación; Javier Novelle, anterior presidente, fallecido en agosto de 2020, junto con un cabezudo que se le hizo en homenaje por haber organizado todas las ediciones del Día de la Ciencia en la Calle; Francisco Rodríguez-Gigirey, vicepresidente; Antonio Prunell, secretario; Bibiana García, vocal y Julio Casal, presidente actual. | // CEDIDA POR LA AACC

Difundir la ciencia, a pesar de todo

La Asociación de Amigos de la Casa de las Ciencias nació el 13 de julio de 1993, y lo hizo con el objetivo de apoyar las actividades desarrolladas por la Casa de las Ciencias y colaborar con este museo en favorecer todas las formas de divulgación, popularización y educación científica. 

También, según explica el presidente de la entidad, Julio Casal, “para ser un lugar de encuentro de personas, instituciones, empresas de la sociedad civil en general, interesadas en la ciencia y su comunicación”. Aunque en su nombre y en su ADN llevan la Casa de las Ciencias, con el paso de los años y con la apertura de los demás museos científicos, incluso del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt), adquirieron el compromiso de apoyarlos. 

Así que, como en la canción, “los amigos de mis amigos son mis amigos”, y la amistad de la asociación se extendió a la Domus, al Aquarium Finisterrae y el Muncyt. 

“En nuestros 27 años de historia hemos explorado muchas maneras de comunicar la ciencia, aunque el objetivo siempre ha sido el mismo, apoyar a la divulgación científica adaptándonos en cada momento a las herramientas y formatos disponibles”, explica el presidente de esta entidad que, actualmente, cuenta con aproximadamente 600 socios. E indica que, aunque a veces no la tengamos presente, “la ciencia afecta a todas las facetas de la vida”. 

“Dentro de nuestras posibilidades hemos intentado sembrar el germen de la curiosidad por conocer, descubrir y sorprendernos con la importancia de la ciencia y la tecnología en a nuestro día a día”, comenta Casal. Sin duda, la actividad que más les representa es el Día de la Ciencia en la Calle, que llevan organizando 24 años ya. Es una actividad que estará, por siempre, ligada al anterior presidente, Javier Novelle, fallecido en agosto de 2020, que era “el motor de esta romería científica”, según relatan en la asociación Este año se celebrará en el teatro Colón de forma excepcional, por la pandemia, aunque la entidad espera poder recuperar la gran romería en el parque de Santa Margarita en 2022. 

La asociación también programa la actividad Durmiendo con tiburones, en el Aquarium Finisterrae, colabora con los Museos Científicos Coruñeses en el premio Luis Freire de Investigación Científica para Escolares, y organiza una salida todos los otoños para ir a buscar setas y un viaje de tres o cuatro días a destinos de interés científico. 

La pandemia ha “frenado en seco” la actividad de la asociación, porque toda la programación era presencial, también la prematura muerte de Novelle les ha afectado. “Es un doble golpe del que nos estamos recomponiendo”, admite el presidente, Para las actividades, se valen de las nuevas tecnologías, para poder retomar el contacto con la difusión de la ciencia para todos los públicos y del tiempo, ya que esperan que, en 2022, puedan volver ya a hacer reuniones presenciales y seguir con el legado de Novelle. 

“Estamos abordando el desarrollo de una nueva web que nos permita realizar con más facilidad actividades online. Teniendo en cuenta los tiempo actuales queremos reforzar nuestra comunicación y actividades a través de internet para ofrecer nuevas formatos a nuestros socios, hasta que poco a poco podamos recuperar la normalidad. De hecho, hemos suspendido la cuota de este año hasta que podamos ofrecer actividades”, comenta Julio Casal.

Miembros de la directiva de la Asociación de Amigos do Museo de Belas Artes, ante el edificio. | // V. ECHAVE

Museo de Belas Artes, treinta años haciendo amigos

La Asociación de Amigos do Museo de Belas Artes cumple treinta años. Treinta años en los que ha tenido siempre como objetivo, según explica su presidente, Pedro Vasco, abrir las puertas del museo y del arte a todos aquellos que pensaban que, quizá, eso no era para ellos. Cuenta Vasco que crearon la asociación porque Maruxa Seoane, la viuda de Luis Seoane, les dejó a ellos el legado del artista para que lo custodiasen y difundiesen mientras no se abría la fundación. Es por ello por lo que, desde su inauguración, tienen un puesto en el patronato. 

“Promover, crear, impulsar, estimular y apoyar al propio museo” eran los pilares de la asociación cuando se fundó y siguen siéndolo treinta años después. Vasco destaca no solo la calidad de Belas Artes y de las obras que ofrece al público, sino también “el equipo humano” que lo integra y que hace de este museo un centro del que no solo quieren ser “amigos” sino que todo el mundo lo conozca y lo disfrute. Vasco explica que “todos los museos importantes” cuentan con una asociación de amigos y que ellos quisieron ser ese soporte para el de Belas Artes, que es “uno de los más importantes de Galicia” y que atesora obras del Museo del Prado, pero eso les ponía una presión extra, ya que tenían “que estar a la altura de las expectativas”, así que, tuvieron que tirar de imaginación para poder dotar de contenido esas “instalaciones maravillosas” que el museo ponía a su disposición. 

Así que, se les fueron ocurriendo ideas como los concierto en otoño, el ciclo de cine Arte no celuloide y talleres que sirviesen de puerta de entrada “a nuevo público”, como los niños o los jóvenes. “Hacemos conferencias, también cursos sobre la historia del arte... Nos vinculamos a la sociedad y tenemos la suerte de tener unos socios que son fantásticos”, comenta Vasco. Actualmente son unos 300 y asisten “a casi todas las actividades”, ayudan y se prestan a impartir estas clases en las que el público no siempre está al máximo de su motivación. 

“Fuimos de los primeros en hacer cursos en las vacaciones de navidad y en verano, cuando no había nada en A Coruña. Todos los niños venían allí porque no había mucho más que hacer, y el niño traía al padre y, de paso, visitaba el museo y veía lo bonito que es. Es una manera de llegar a nuevos públicos”, recuerda Vasco. 

Cuenta que han procurado que los cursos los impartan artistas locales, como Héctor Francesch, y, también, que no haya prejuicios con el arte, que los participantes puedan aprender técnicas de grabado o de grafiti, para que más vecinos pierdan el miedo a entrar en el museo. 

Con el tiempo, empezaron a trabajar también con colectivos. “Tuvimos el acierto de trabajar en proyectos de inclusión social. No es sencillo de hacer sin caer en una visión paternalista”, explica Vasco y es que, primero, empezaron con Un museo en movimiento, hace cuatro años —gracias a la financiación de la Fundación Emalcsa— y los colectivos de personas mayores y con problemas de salud mental. Un programa por el que recibieron premios a nivel estatal y, después, siguieron con otras ideas, como Identidades, para las personas migrantes, sin techo, en riesgo de exclusión social y mujeres víctimas de violencia de género, financiado por la Diputación. Pero, si alguna idea ha funcionado mejor que ninguna otra ha sido la de organizar viajes. “La única queja que nos ponen es que no los dejamos ni respirar”, bromea. 

Gracias al Concello, cuentan también con una beca para estudiantes que se acaban de graduar en Historia y que hacen visitas guiadas a los colegios y que forman parte del equipo de Educación del museo. “Se han beneficiado ya veinte o treinta jóvenes. Es muy importante, porque tienen su primer contacto con el mundo laboral en el museo”, relata Vasco. 

Sobre cómo ha cambiado el coronavirus la manera de difundir el arte y su actividad, Vasco dice que pronto se sabrá, porque tienen en mente proyectos, aunque todavía no se pueden contar.

Felipe Senén, na Cidade Vella. | // CARLOS PARDELLAS

A cultura, sempre de garda

A Asociación de Amigos dos Museos de Galicia naceu no ano 1975, a semellanza dos colectivos ingleses, que se organizaban arredor de monumentos

Di Felipe Senén que non hai museos para grandes e para pequenos, que só hai que saber explicar os seus contidos. É museólogo e tamén “creador e animador da Asociación dos Amigos de Galicia, unha das pioneiras”, destaca. 

A asociación comezou no ano 1975, arredor do Museo Arqueolóxico de Santo Antón, explica Senén que aquela era unha época na que aínda estaba nacendo a museoloxía como ciencia, que tiña como obxectivo “os museos de actores, máis que o recalcitrante museo de espectadores”. A súa asociación inspirouse nos colectivos ingleses, de “defensa e promoción do patrimonio cultural”, que tanto naceron arredor dos museos como de monumentos. 

“Os ingleses son modélicos nisto da sensibilización sobre o patrimonio”, relata Senén, entendendo patrimonio como “documentos do pasado, escenarios da historia...” e sensibilizar como “enxergar, que é poñer sentido sobre as cousas, neste caso, sobre a cultura”, puntualiza. 

A asociación ten un espazo propio, Portas Ártabras, no número 22 da rúa Sinagoga, desde o que a entidade organiza actividades, como conferencias ou viaxes, porque defenden que o patrimonio non está só nos museos senón tamén nas rúas e na natureza. “Hai pazos, hai cruceiros, hai hórreos, que son patrimonio, aínda que non estean ben tratados”, confesa. Desde o ano 1975 cambiaron moitas cousas e a entidade tívose que adaptar a elas, non só á actual situación de pandemia, senón tamén á aparición de internet e das redes sociais. 

“Hai un fenómeno moi da globalización qu é a mercantilización e o consumo do que chamamos produtos culturais. Hai unha cultura do consumo e o perigo é que só quede niso. A cultura é recoller as técnicas e saberes para resolvermos os problemas de cada momento. A cultura non é máis ca un recetario que vén do pasado para saber valorar e distinguir. Porén, quedamos nunha cultura de días. Día da muller, das letras, do libro, da patria... Mal asunto cando se lle dedica só un día, porque son cuestións que teñen que estar todos os días e forman parte da educación e do humanismo”, comenta, e alerta sobre os perigos da “mercantilización” e da monetarización” da cultura, que a converte nunha mercadoría. 

“A cultura levámola posta e ten moitas canles, pode ser visitar un monumento e que cho expliquen, pero tamén te podes achegar a el polas novas tecnoloxías, que tecen redes e que son moi importantes porque ofrecen moitas posibilidades”, relata. É unha ferramenta, pero tamén un reto para a museoloxía e a xestión dos museos. 

“As asociacións de amigos dos museos fan unha chamada ás administracións públicas para que Galicia teña unha presenza digna nestas novas canles”, explica Senén. Non se refire só a grandes proxectos nos que se fan recreacións ou visitas virtuais, senón tamén a “pequenos vídeos por whatsapp”. “Unha cousa é servir á cultura e enriquecela e outra, servirse da cultura”, reflexiona. 

Senén defende os museos como “lugar seguro” nestes tempos de pandemia e tamén como punto de encontro e de convivencia. “Coidado coa visión de museos para nenos. Os museos teñen que ser para todos, para maiores, pequenos, homes e mulleres, para os de arriba e para os de abaixo, para facer unha sociedade humanista. Os programas teñen que ser accesibles para todos”, comenta e afonda en que é un dos retos da nova museoloxía, que unha mesma obra achegue información para quen non a viu nunca como para os expertos. 

“A cultura costa e hai que se meter nela, non é só ver un cadro, senón entender como está feito e o seu contexto, o mesmo que unha alfombra ou unha xoia, hai que saber valorar o que nos rodea, desde unha paisaxe aos camiños dos artistas. Se tomas un bo viño e comprendes que tipo de uva ten e onde se produce estaste metendo na cultura da vide e do viño. É un universo, como o do pan. O pan é o hórreo, é o muíño, é o forno, é o sacramento... Pois toda esta cultura está nos museos”, relata e apunta que os museos “están sempre de garda, sobre todo os sábados e os domingos, que é cando poden visitalos os traballadores”.