La crisis sanitaria en la que la población vive inmersa desde hace ya un año ha cambiado muchas de las costumbres que se tenían hasta el momento. Raros son ya gestos como los abrazos espontáneos, fumar en las terrazas e incluso compartir comida. Una nueva realidad a la que no escapan, tampoco, las ocasiones especiales. En una terraza coruñesa se celebraba un cumpleaños, en el que el homenajeado iba a ser sorprendido con una tarta. Como toda precaución es poca, el camarero avisó, antes de depositar la tarta, que no estaba permitido soplar las velas, sino que la llama debía extinguirse haciendo aspavientos con la mano. En los cumpleaños pandémicos no se piden deseos.