Después de un año de crisis sanitaria, es complicado no terminar el día relacionando todo con el virus que ha cambiado las rutinas y los hábitos de la población sin un final visible. Si la de 2020 fue una Semana Santa encerrados en casa, en esta, ya en la calle, pero con restricciones y mascarillas, la gente se refugia en el sentido del humor para celebrar estos días. A padrinos y madrinas les toca buscar huevo original para sus ahijados, y hay establecimientos que se han adelantado y han llenado sus escaparates de dulces con formas de la cepa del coronavirus, una imagen con la que todos nos hemos familiarizado un año después del estado de alarma.