Un paseo por la playa o por el monte sirve a Francisco Martínez Pin para hacer acopio de materiales con los que dar rienda suelta a su creatividad. Con maderas, plásticos y puntas oxidadas, el coruñés ha creado una pequeña maqueta de La Marina por encargo de su amiga Paula Boado, dueña de la pizzería Enzo’s, donde se puede ver la obra. “Me lleva mucho tiempo porque lo hago a ratitos y hay que buscar los materiales, pero me resulta relajante y para mí es un honor que a otras personas les guste”, comenta.

Se dedica a la comunicación, pero encontró este hobby que le permite pasar tiempo con sus hijas y “educarlas y enseñarles que en las playas hay que cosas que es normal que estén y otras no”. Esas que no encajan en el ambiente sí son piezas clave de sus creaciones. “Hay plásticos y cuerdas que son peligrosas para los animales y contaminan, pero se les puede encontrar aplicación”, explica.

Cuando su amiga Paula Boado le propuso hacer La Marina, empezó a darle a la cabeza. “La base es de una viga de pino macizo muy bueno que estuvo por ahí tirada. Las casitas y las galerías son de madera de castaño de un portalón de una finca y hay también puntas oxidadas o blister de pastillas y latas de refresco para hacer los peces”, detalla sobre su nueva obra, en la que ha utilizado “cachitos de lo cotidiano”.

Con esta actividad, Francisco Martínez ha aprendido que “todo lo que está en la basura tiene uso”. “Ya no tiramos cosas inservibles, son cosas valiosas”, señala este coruñés, que siempre ha sido un “aficionado del dibujo y las manualidades”. El confinamiento también le permitió dedicar más tiempo a esta tarea. “El plástico es un residuo que contamina, pero es súper útil”, expone. Empezó haciendo pequeñas casitas, aunque asegura que “no es nada original”, pero en su colección también tiene figuras de peces hechos con hierros de coche o con partes de su antiguo lavavajillas. “Tirar esas cosas es desperdiciar recursos buenísimos”, opina.

Ya ha hecho una exposición, pero esta es la “primera vez” que una de sus creaciones se encuentra en un restaurante: “Mi amiga hace unas pizzas brutales, así que es un honor que esté en un sitio de cara al público”. Lo que ha notado en este tiempo es que hay materiales que han desaparecido, quizá por la “concienciación de la gente”, como son “los plásticos de los algodones higiénicos”. “Antes era más habitual encontrarlos en la playa”, añade. Lo que le causa “alegría” es que apenas ha visto mascarillas. “Hay cierto control de la situación, porque se utiliza una cantidad inmensa y no hay residuos de esto”, detalla el coruñés, que espera que con su obra muchos “sean conscientes de que el trabajo de muchos, aunque sea poquito, es inmenso” para cuidar el planeta.