Repsol ha planteado a sus trabajadores de la refinería de A Coruña un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) por causas productivas para un máximo de 212 empleados con distinto grado de aplicación, el 31% de su plantilla. La compañía precisa en un comunicado difundido ayer a los representantes laborales, además de a las autoridades locales y autonómicas, que la medida tendrá una duración máxima prevista de seis meses, y añade que pretende iniciar el procedimiento a partir de la designación de los miembros de la comisión negociadora por parte del comité de empresa.

Repsol alega diferentes motivos para acogerse a un ERTE, cuyas condiciones detalladas desconocen de momento los empleados. “La pandemia, el descenso de la movilidad y la incertidumbre sobre cuándo se recuperará la normalidad, derivada fundamentalmente del proceso de vacunación, han obligado a presentar un ERTE”, explica la petrolera, con casi 700 puestos de trabajo sin contar empleados auxiliares, la empresa de mayor relevancia en la ciudad que se acoge a una regulación de empleo de estas características.

La compañía anunció ayer otro ERTE en la refinería de Puertollano (Ciudad Real), que afecta a un máximo de 618 trabajadores, lo que supone el 60% de la plantilla, al igual que en A Coruña con una duración máxima de seis meses. En estas instalaciones Repsol ha parado las unidades de destilación y otras plantas del complejo industrial. Además, en Petronor, en Bilbao, un ERTE abarca hasta el próximo 31 de diciembre y afecta a entre 300 y 350 empleados, un tercio de la plantilla.

Los sindicatos con representación en el comité de empresa coruñés (CIG, CCOO, UGT, STR y USO) han reaccionado con decepción y críticas hacia la compañía, a la que reprochan que la medida adoptada “no va a solucionar” los problemas relacionados con la caída de la demanda de combustibles ni con la adaptación de Repsol al proceso de transición energética, para el que exigen “formación e información”.

“En los últimos meses, el complejo industrial ha mantenido un nivel de actividad por debajo de su producción habitual, una situación que se está dilatando en el tiempo. Durante todo este período ha estado flexibilizando y modificando su plan de producción, hasta detener alternativamente la producción de distintas plantas”, explica la empresa a través del comunicado, en el que confirma que este mes prevé la parada de las unidades de Coque y Vacío 2, “manteniendo la actividad en el resto del esquema productivo y el calendario de la parada programada de combustibles, prevista para el mes de mayo”.

En este complejo escenario, añade, Repsol asegura haber dado prioridad a la “continuidad de su actividad, a pesar de la caída de la demanda”. “Desde el inicio de la crisis sanitaria, Repsol ha mantenido en funcionamiento sus instalaciones, garantizando suministros indispensables, como la energía o las materias primas necesarias para la fabricación de un gran número de productos sanitarios”.

“A esta situación coyuntural se suma otra estructural, que consiste en la incertidumbre generada por la transición energética, que va a exigir importantes proyectos e inversiones en los próximos años para que la refinería alcance los objetivos de transformación y descarbonización contemplados por Repsol”, resalta la empresa en el texto.

La multinacional califica el ERTE como “medida socialmente responsable” y subraya que tiene como fin “asegurar la transformación eficiente del complejo industrial en el horizonte 2025”. Destaca que mantiene sus compromisos de inversión en la refinería coruñesa y demanda “el apoyo de todas las instituciones para garantizar el futuro de la industria en España”.

La CIG, sindicato mayoritario en el comité de empresa, encabeza un texto de protesta por el plan de Repsol respecto al futuro de los trabajadores con el título “Un ERTE, un despropósito”. Rechaza “de pleno” la medida, que interpreta como una “decisión miserable de sacar tajada de la situación de pandemia” y apunta directamente al director ejecutivo, Josu Juan Imaz, por haber prometido la estabilidad del empleo “durante los meses duros de la pandemia”.

Esta central apela a la “unión sindical” para dar respuesta al proceso al que se acoge la compañía, una postura que defienden el resto de sindicatos consultados por este diario. “O nos transformamos o morimos”, alerta Jacobo Naya, de USO. “No sabemos el grado de afectación ni los puestos afectados. No es el mejor momento, no entendemos por qué no se hizo en la peor fase de la crisis sanitaria”, señala Moncho Gómez, de UGT.

“El ERTE no es la solución al problema ni estructural ni coyunturalmente: no supondrá mayor consumo de carburante y tampoco acelerará el proceso de descarbonización general que tenemos a la vuelta de la esquina”, alerta Arturo Julián, representante de Comisiones Obreras, quien tacha la medida de “desproporcionada”.

El Sindicato de Trabajadores de Repsol (STR) vincula el ERTE a la negociación de los trabajadores por el convenio colectivo desde hace más de un año. “Nos oponemos frontalmente a la medida que supone muy poco para la empresa y mucho para las trabajadoras y trabajadores afectados. La intención de Repsol es la de enmarañar las negociaciones del acuerdo marco e imponer sus propuestas de recortes salariales”, apunta en un comunicado.

La alcaldesa, Inés Rey, calificó de “muy preocupante para el sector industrial” el ERTE anunciado por Repsol. Pone al Concello a disposición de los afectados y recuerda que el modelo de transición energética precisa de un refuerzo de los trabajadores. “No debe ser la razón para que el empleo disminuya”, resaltó Rey.