Los archivos de la ciudad están llenos de joyas ocultas de la historia de la ciudad a la espera de que haya quien los desentierre y los dé a conocer. Una tarea para la que son necesarias muchas manos dada la ingente cantidad de material que los integra; y que la historiadora Beatriz López anima a emprender a los aficionados a la historia y la investigación. Recientemente, López se puso manos a la obra desenterrando, del Archivo de la Colegiata, una anécdota relacionada con el pago de impuestos en la ciudad que desvela que las tiranteces nacidas del sistema fiscal no son cosa de ahora. y que publica en la revista Nalgures de la Asociación de Estudos históricos de Galicia.

“El trabajo trata el enfrentamiento que hubo entre el Cabildo de la Colegiata y el Concello de A Coruña entre 1829 y 1835 sobre el sistema fiscal imperante, cuando las clases privilegiadas estaban casi exentas”, explica Beatriz López. Pese a que los estratos más acaudalados no soportaban demasiada presión fiscal entonces, la recaudación provocaba algún que otro conflicto entre autoridades implicadas, sobre todo cuando alguno trataba de hacer trampas con los numerosos impuestos que se imponían según el momento. “La fiscalidad variaba mucho entre distintas regiones. Los impuestos eran muchos y tenían nombres muy curiosos: impuesto de paja y utensilios, el impuesto del bacalao... al paso de las tropas por las localidades, en caso de guerra o conflicto, las ciudades debían darles de comer y paja a los caballos”, enumera López. El tributo que centra el conflicto entre las autoridades eclesiásticas y municipales es el de paja y utensilios, con el que el Ayuntamiento trató de estafar en reiteradas ocasiones al cabildo de la Colegiata valiéndose de distintas artimañas. “El ayuntamiento le pedía a la Colegiata que le pagase una serie de fincas, situadas en la calle Damas, la calle Tinajas, en la plazuela de los Ángeles. La colegiata ya había pagado estos tributos, pero el ayuntamiento no lo reconocía”, resume Beatriz López.

Ambos organismos, inamovibles en su visión de los hechos, se enzarzaron entonces en un conflicto fiscal que duró años y agotó instancias. “El cabildo sostenía que el ayuntamiento cambiaba calles y números, que aparecían como nuevos, e instaba al cabildo a pagar lo que ya estaba pagado”, comenta López. El cabildo recurrió entonces a la intendencia, que falló en su favor, pero ni así fueron capaces de detener las pretensiones municipales, que continuó con su persecución fiscal a la institución religiosa. “Hasta les llamaban morosos”, apunta la historiadora.

En su desesperación, el cabildo llegó incluso a mandar a su mayoral a Madrid para investigar, entre la documentación, precedentes similares, al tiempo que aquí seguía sometiéndose a la presión y al apremio del Ayuntamiento a la espera de una resolución real que diese la razón a una de las partes. Una disputa que seguro se resolvió de alguna manera, pero cuyo desenlace no podrá conocer la ciudadanía de la A Coruña del sigo XXI. A partir de 1835, momento en el que el procedimiento experimentaba uno de sus múltiples estancos, el rastro del conflicto se pierde en los archivos de la Colegiata.

“Esos seis años hubo pleitos continuos. Todo entraba en colisión: los derechos reales, que establecía el Rey, el concordato de la Santa Sede con el Rey, los derechos municipales... cada uno se arrogaba su derecho”, comenta López sobre esta pieza de la historia de la ciudad, perdida, hasta ahora, en el grueso de los documentos que componen los archivos. “Estas anécdotas nos ayudan, también, a conocer nuestra historia. Solo hace falta una mano que las busque”.