La psiquiatra del Hospital Universitario de A Coruña (Chuac), Anabel González, reivindica en su nuevo libro, Las cicatrices no duelen, la importancia de curar las heridas emocionales a través de la terapia, pues, según dice, “no podemos cambiar nuestra historia, pero sí el daño que nos hace y que arrastramos”.

González, especialista en trauma y regulación de las emociones, ofrece algunas pautas para superar los bloqueos y nudos del pasado y volver a disfrutar del presente y del futuro.

Una de las terapias con las que trabaja esta psiquiatra es la EMDR (Eye Movement Desensibilization and Reprocessing), un sistema basado en el uso de los movimientos oculares y el reprocesamiento de los recuerdos, con el que se aprende a sanar traumas y deshacer nudos mentales que impiden evolucionar.

Según explica, esta terapia busca aquellos recuerdos que por su significado no hemos podido asimilar y desbloquea la capacidad que tiene el sistema nervioso para procesarlos, pero advierte de que el movimiento ocular es solo una parte de este complejo proceso, y desaconseja hacerlo en casa o con profesionales no acreditados.

A partir de ese desbloqueo, la persona puede empezar a hacer asociaciones y conexiones entre ese recuerdo y otras cosas que han pasado en su vida, con lo que ese recuerdo va perdiendo fuerza hasta que deja de producir dolor.

El objetivo de la autora es demostrar cómo se pueden romper los nudos emocionales que nos atan al pasado, cómo curar las heridas que nos impiden decidir con libertad y pasar a sentirnos orgullosos de las viejas cicatrices que forman parte de quiénes somos.

Las cicatrices no duelen reúne, además, las experiencias de diversas personas que han sido tratadas por ella, y con los que casi cualquier lector puede sentirse identificado. Y es que, según González, la terapia no está dirigida únicamente a solucionar grandes traumas, como accidentes, maltratos o agresiones, sino que puede ayudar a procesar cualquier experiencia vital que esté suponiendo un lastre en nuestro presente. No se trata de “escarbar en el pasado”, sino de desmontar la influencia negativa de ese pasado.