La pandemia ha traído muchas cosas para olvidar, pero también ha permitido a la población comenzar a valorar más lo próximo y lo genuino. Los artesanos y responsables de los talleres de Galicia así lo han percibido tras el envite del virus en la economía; mientras que para muchos ha sido letal, para otros ha supuesto una nueva oportunidad de progresar. “Hay una vuelta al producto artesano y bien hecho, a la importancia de la sostenibilidad. Hay pueblos que, este año, con menos turismo, han aumentado ventas, porque la gente ha preferido comprar en proximidad en lugar de coger el coche e irse a un centro comercial”, explica Luis González, responsable del taller de joyería artesanal Ardentia, ubicado en Bergondo.

Junto a él, otros seis talleres de distintas disciplinas, Códice, Coiraxe, Montse Betanzos, Paz Navas, Sanín y Santín, repartidos por diversos puntos de Galicia, componen la nueva directiva de la Asociación Galega de Artesáns, su primer ente de gobierno constituido tras un largo proceso electoral, que busca hacer del carácter único de los oficios del gremio su mayor fortaleza. Tras 30 años de gerencia única, el organismo, compuesto por alrededor de 200 miembros, encara una nueva etapa con responsabilidad compartida y objetivos de progreso. “Estamos en una fase de renovación en base a las necesidades del sector, que es muy importante en Galicia. Valoramos la modernización, pero también el componente cultural y productivo. Llevamos mucho tiempo trabajando en este proyecto, que va más allá de los efectos de la pandemia, tenemos muchos planes a medio y largo plazo”, explica González.

Entre ellos está el hacerse visibles para la sociedad a varios niveles, con la programación de actividades como ferias artesanas a menor escala que convocatorias de referencia como Mostrarte o Feito a man, pero que permitan llevar su género a más lugares y de forma más recurrente. “Es importante tener en cuenta que detrás de la actividad productiva hay una parte cultural. Queremos establecer algún convenio con Cultura de Galicia y la actividad docente, para intentar llegar a los colegios y poder desarrollar inquietudes en los alumnos: de dónde vienen los oficios, que conlleva hacer una pieza. Que lo valoren como una posible salida”, explica González. Talleres de joyería, marroquinería, fabricación de instrumentos tradicionales, bisutería en coral o encuadernación integran la asociación, que persigue, además de la revalorización de sus actividades, la actualización de sus canales de venta y promoción.

José Manuel López Casás con sus trabajadores en Códice, su taller de encuadernación. | //CARLOS PARDELLAS

En Códice, el taller de encuadernación de Juan Manuel López Casás, se trabajó todos y cada uno de los días de la pandemia, a excepción de la única semana en la que debieron frenar la producción por mandato gubernamental. Realizan trabajos para países como Inglaterra y Alemania, pero sus mejores clientes están en Cataluña y Andalucía. Una proyección que se han podido granjear gracias a su buen posicionamiento en Internet, que ahora buscan extrapolar a la asociación. “Hicimos pedidos para toda España, sobre todo de encuadernación de tesis. Estar posicionado es muy importante. Hace pocos días hemos creado las redes sociales de la asociación, y ya hemos empezado a funcionar por ahí”, adelanta el artesano. Todo lo demás lo pone el buen producto que sale de sus talleres: “Es un trabajo a mano, se trabaja con materiales nobles, papeles, tela, se cose a mano; es un valor añadido al proceso industrial. En este taller hay 7 trabajadores, dos más que antes de la crisis”.