Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) tuvo que tomar la “difícil decisión” de suspender el Encuentro Mundial de Humorismo de 2021 en su ciudad, pero no le tembló el pulso por responsabilidad y con el anhelo de hacer una edición de 2022 a la altura de lo que requiere esta apuesta. Javier Cansado, Leo Harlem, Touriñán, Carlos Blanco, Ana Morgade, Silvia Abril, Vaquero, Róber Bodegas, Alberto Casado, Quequé, David Broncano o Ignatius Farray estaban en el cartel, ya caído. Muchos están dispuestos a no fallar a la nueva cita.

¿Le costó mucho dar el paso de suspender la edición de 2021 del EMHU? ¿Le duele más hacerlo al celebrarse en su ciudad?

Ha sido difícil, claro que ha sido difícil. A Coruña está volcada con el festival hasta un punto que emociona. Nos lo están demostrando con mensajes que dan ganas de ponerlos en la puerta de la nevera, y nosotros no queremos decepcionarles. Hemos luchado hasta la extenuación y, al final, hemos decidido hacer con nuestro público lo que nos gustaría que hicieran con nosotros. No vamos a hacer una versión descafeinada o low cost del festival. Este año no se puede hacer el gran festival que teníamos pensado y lo haremos el año que viene, ya está. Pero no vamos a quedarnos con la pasta de nadie hasta entonces. Vamos a devolver el dinero, que estos días no le sobra a nadie, y estamos seguros de que el año que viene no faltará ni uno solo de nuestros seguidores. Nosotros estamos trabajando sin parar para que el EMHU 2022 sea inolvidable. Vamos, que este año será un año sin risas, pero sin pausa.

¿Nace la fuerza del proyecto de una gran edición de 2022?

Efectivamente. El EMHU solo puede ser un gran festival. No podemos hacer una versión de AliExpress. Si en el 2021 no se puede hacer, pues hay rebote, como en los concursos, y para el 2022 estaremos ahí con festival a la altura de la ciudad y de nuestro público.

Del cartel de 2021, ¿quién se ha comprometido a venir en 2022?

La mayoría de los artistas han confirmado su presencia para el 2022. Así como te decía que la ciudad de A Coruña y toda Galicia están volcadas con el festival. Los artistas nos están demostrando que también están enamorados del proyecto. Ten en cuenta que estar una semana de risas en A Coruña es un regalo para cualquiera. La gran mayoría han confirmado y, además, se han apuntado nombres nuevos, que iremos revelando cuando llegue el momento.

En el comunicado de cancelación hablan de muestras de apoyo de artistas. ¿De qué tipo?

Llamadas y mensajes personales de muchos, prácticamente todos los que estuvieron en la primera edición: Joaquín Reyes, El Mundo Today, Ana Morgade, Touriñán, Carlos Blanco… ¡Hasta yo mismo llamé para interesarme! Después del ambiente que se había creado en 2019, fue un jarro de agua fría para todos tener que aplazar y suspender el festival. El miércoles recibimos una media de 100 emails a la hora, todos mensajes de apoyo interesándose por la edición del año que viene y preguntando cómo comprar los abonos. Cien mensajes a la hora es el tuiter de Willy Toledo, un día movidito. Sin embargo, en mi opinión, la muestra de apoyo más grande que hemos tenido es el hecho de que, tras dos cambios de fecha y un año y medio después, todavía hay seis mil personas que conservan su entrada. Si eso no es volcarse con un festival, ya me dirás.

¿Cree que hay cierta incertidumbre con el Encuentro Mundial de Humorismo (EMHU) por la pandemia o lo ve dando pasos firmes en A Coruña?

No tengo ninguna duda de que el EMHU caminará muchos años con zancada generosa y gallinácea por las calles de A Coruña. El EMHU solo tiene sentido si es un gran festival y la ciudad de A Coruña ha demostrado que eso es lo que quiere.

En los espectáculos pospandemia, por decirlo de alguna manera, ¿se ha encontrado con un público diferente o lo ve igual?

He tenido ocasión de actuar varias veces durante la pandemia, siempre en aforos limitados, todos con mascarillas y con rigurosísimas medidas sanitarias. Y te digo que se crea un clima muy especial. Hay un ambiente como de “somos poquitos y vamos enmascarados… ¡Somos la resistencia!” El feedback del público, a pesar de las máscaras, es poderoso y tremendamente emocionante.

El otro día colgó en su Instagram una foto con su abuela, ya vacunada. ¿Cómo ha llevado este tiempo de preocupación por la gente más cercana y querida de mayor edad?

Insistiendo mucho en que se cuidaran. Mi abuela es un tesoro. Pongo un ejemplo. Tiene 92 años y un día la llamé para que tuviera cuidado con el virus. ¿Sabes lo que me contestó? Pues que eso solo afectaba a las personas mayores.

Más allá del miedo o de la inquietud, ¿a un humorista también le afecta la fatiga pandémica?

Afecta, claro que afecta. A todos se nos ha instalado un plugging de tristeza que no conocíamos. ¿Cómo hacer para que no se traslade al escenario? Muy sencillo. Subiéndome al escenario. Es lo que me cura. Es como un suelo mágico que cuando lo pisas, cura enfermedades y destierra tristezas.

Al principio, le costó darse cuenta de que podía ser útil durante el confinamiento. Dio el paso en Instagram, también con el Hormiguero. ¿Cree que lo ha logrado?

Mucho. Sobre todo con esos dos ejemplos que has puesto. Después del confinamiento, después de aquellos vídeos de magia y de las charlas humorísticas de El Hormiguero, la gente se me acercaba para agradecer que les hubiéramos hecho más llevaderos esos días. Fueron muy duros para todos. Había que estar ahí.

Usted siempre ha sido el hombre de las pequeñas cosas. ¿Cree que ha servido la pandemia para que se valoren o pronto la gente volverá a lo de siempre?

Las cosas pequeñas pueden ser maravillosas y también terribles. Ha tenido que venir un virus para que aprendamos la lección.