¿Están bien diseñados los sistemas de saneamiento y drenaje urbano? ¿Su mantenimiento es el adecuado o necesita inversiones? ¿Entraña su funcionamiento algún peligro para el medio ambiente y las personas? ¿Tiene calidad suficiente el agua tras pasar por la depuradora? Estas preguntas se las puede plantear cualquier ciudadano preocupado por el estado de las infraestructuras urbanas y su repercusión en la salud pública. Las respuestas son el objeto de estudio de un proyecto europeo coordinado por la Universidade da Coruña (UDC) en cooperación con otros ocho socios de siete países.

Los SDU —como se denomina a estas infraestructuras de saneamiento— son “el patito feo del sistema de agua urbana”, apunta José Anta, profesor de la UDC e investigador principal y coordinador del proyecto Co-UDlabs. Forma parte de un equipo de investigadores del Grupo del Agua y el Medio Ambiente de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos que en los próximos meses profundizará en el estudio del envejecimiento de las redes de drenaje, en la reducción de los riesgos de inundaciones y en las estrategias para limitar la contaminación vertida a ríos y mares.

“Cada vez hay más gente concentrada en las ciudades y al urbanizarlas lo normal es emplear hormigón. Eso provoca que cuando llueve el agua no se puede infiltrar en el terreno y se genera más caudal de escorrentía, que es el agua que fluye por las calles. Cuanto más se impermeabilizan las ciudades por el aumento de su población, para el mismo tipo de lluvia se genera más caudal que va a provocar más inundaciones. Eso es un riesgo para las personas y para los bienes materiales, que se ve agravado porque con el cambio climático en muchos sitios estamos viendo que las lluvias suelen ser más cortas pero mucho más intensas”, explica Anta para relacionar dos de los peligros a los que se ven expuestos los SDU: la creciente impermeabilización de las cuencas de drenaje naturales y los cambios en los patrones de lluvia producidos por la crisis climática.

Otro riesgo, añade el investigador de la UDC, son los vertidos contaminantes que se producen durante esas lluvias fuertes. “Como en Europa tenemos generalmente redes unitarias por donde va el agua de lluvia y las aguas residuales, ocurre que por el diseño de las depuradoras hay una limitación del caudal que se puede mandar a ellas. Ante esta situación se tiene que verter a la red en tanques para que, cuando pase la lluvia, se pueda enviar de manera controlada a la depuradora y la pueda tratar. Esa agua tiene contaminación que acabe en ríos o mares y si se vierte mucho se contamina más, por lo que hay que controlar la cantidad de vertido que se pueda realizar”, repasa Anta.

“Si en casa no tienes agua para beber te enfadas, pero cuando tiras de la cadena, no te importa a dónde va esa agua”. Con esta reflexión, el investigador repara en que el sistema de saneamiento está “un poco descuidado”, sin inversión adecuada en su mantenimiento. El envejecimiento de la red se abordará en el proyecto Co-UDlabs mediante la exposición de nuevas alternativas para su reparación y con el uso de tecnologías de inteligencia artificial y de internet de las cosas con el fin de digitalizar el sector del drenaje y abordar sus “desafíos más apremiantes” en la supervisión generalizada de la calidad del agua.

¿Cómo es el saneamiento en A Coruña, por ejemplo? Su SDU es unitario, con grandes colectores que permiten almacenar bastante agua. “A la depuradora de Bens llega el agua de la ciudad y todo su entorno. Hay algunos problemas que se conocen, que tienen que ver con la conexión de algún río o arroyo que entra en el colector y se depura quizá más agua de la que sería necesaria. Esto ocurre en casi todos los saneamientos del norte de España, se dan infiltraciones por un buen régimen climático de precipitaciones”, resume Anta.

En el proyecto Co-UDlabs participan 17 instalaciones experimentales, entre ellas el Centro de Innovación Tecnológica en Edificación e Ingeniería Civil (Citeec) de la UDC, donde los grupos de investigación podrán realizar experimentos que no pueden hacer en sus laboratorios. En este centro se encuentra el segundo simulador de lluvia-escorrentía más grande del mundo. También se utilizará la plataforma de ensayos de la EDAR de Bens, que explota la UDC con las empresas EDAR Bens y Emalcsa.