Para algunos el Día de la Danza llega el próximo jueves sin mucho que celebrar. Las escuelas se hunden y, en un nuevo intento por salir a flote, han creado, junto a miembros del sector de la música, el diseño y las artes plásticas, la plataforma Rescat’Arte. “La idea surgió a finales de enero, cuando nos mandaron cerrar, porque siempre estamos en tierra de nadie. Es nuestra herramienta de comunicación”, cuenta el presidente de la plataforma, Aarón Ogando, que dirige la escuela Son Swing.

Al ver que otras comunidades permitían bailes con contacto, entre convivientes o no convivientes, el sector gallego de la danza salió a la calle para manifestarse. Pero no sirvió de mucho. “Nos han ignorado. Lo que nos causa molestia es ver que en otras comunidades se ha legislado. Aquí no es que esté prohibido, es que por pereza o desidia no se hace”, relata Martínez.

El dueño de la escuela de baile World Dance Center, Pablo López, reivindica que los profesionales del sector necesitan acercarse y tocar. “Igual que un dentista, un fisioterapeuta o un peluquero, yo también necesito tocar a mis clientes para indicar qué tienen que hacer al bailar en pareja”, expone, y segura que “con aulas amplias, mascarillas y geles” no debería haber problema.

Esta medida de seguir con bailes individuales, que solo afecta a Galicia, ha provocado que muchos clientes tirasen la toalla. “Al principio intentamos reinventarnos, pero la gente no quiere el baile sin contacto y se desapunta”, explican desde Son Swing, donde ha habido “un descenso del alumnado brutal”.

En World Dance Center, especializados en bailes latinos, Pablo López ha pasado de tener “ocho grupos de 20 personas a dos grupos de 15”, detalla. “Trabajo dos horas a la semana. Así no se puede mantener ningún negocio”, razona el bailarín.

La plataforma Rescat’Arte ha elaborado un plan de rescate y ha trasladado a la Xunta varias medidas “que funcionan en otras comunidades” para poder retomar la actividad con todas las garantías posibles. “No solo la hostelería y el ocio nocturno están sufriendo. Nosotros también estamos en un momento complicado”, apunta Aarón Ogando, mientras que Pablo López clama que estos profesionales solo piden “trabajar”. “Yo quería vivir de mi negocio hasta la jubilación”, resume.

El propietario de World Dance Center dejó su trabajo como mecánico hace diez años para dedicarse a su pasión, el baile. “Estoy intentando aguantar el negocio hasta que esto mejore. Intento minimizar gastos. Cada mes tengo que negociar con el dueño de la nave lo que le puedo pagar”, confiesa, y añade que actualmente no cubre gastos “ni mucho menos”. Una preocupación que trata de disfrazar durante sus clases: “Tengo que dar alegría a la gente. Soy como los payasos. No puedo estar agobiado delante de los alumnos”.

Para capear el temporal, que parece que nunca mejora, Ismael Martínez tuvo que cambiar de estrategia, ya que en su centro, Activa-t, tiene una parte de gimnasio. “A pesar de que se han tomado diferentes alternativas de baile suelto, eso no es lo que demanda la gente. Hemos tenido que reorientar nuestras actividades hacia el deporte. Además, tengo otro trabajo en administración en otra empresa”, informa. “La realidad es que muchos hemos tenido que buscar otro trabajo que nada tiene que ver con el sector para sobrevivir”, declara.

A Martínez le entristece que “esta situación se podía haber evitado”. “Estamos viendo que en otras comunidades trabajan con normalidad. Se está perdiendo patrimonio económico, pero también cultural”, proclama.

Los cierres y las limitaciones, que han provocado un bajón en el número de clientes, hacen, en muchos casos, que la situación sea insostenible. “Estamos en un momento muy complicado. Las ayudas no llegan. Además, algunas no las podemos solicitar porque al ser de danza no tenemos epígrafe específico y no aparecemos en las bases reguladoras”, explica el presidente de la plataforma Rescat’Arte. Pablo López indica que “las ayudas de la Xunta y el Concello brillan por su ausencia”. “Esto va para largo”, añade. Un cúmulo de obstáculos que no van a acabar con el sector. Así lo anuncia Ismael Martínez: “Vamos a seguir protestando. Para mucha gente, el baile es su válvula de escape”.

En este año de pandemia, las escuelas de danza han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias, con aforos reducidos y limitaciones, lo que les ha llevado a perder alumnos. “Galicia sigue siendo la única comunidad en la que no se puede bailar en pareja. Y eso que se ha demostrado que la actividad es segura”, denuncia Ismael Martínez, de Activa-t, en Cambre, centro que combina danza y gimnasio.

Bailar de lejos no es bailar | VÍCTOR ECHAVE

Aarón Ogando, Son Swing: “Intentamos reinventarnos, pero la gente no quiere el baile sin contacto y se desapunta”

Bailar de lejos no es bailar | VÍCTOR ECHAVE

Pablo López, World Dance Center: “Cada mes tengo que negociar con el dueño de la nave lo que le puedo pagar”

Bailar de lejos no es bailar | CARLOS PARDELLAS Ana Carro

Ismael Martínez, Activa-t: “Muchos hemos tenido que buscar otro trabajo que no tiene que ver con el sector para sobrevivir”