Una sensación de primavera desbordante y de atisbar la luz al final del túnel, el pandémico y el del curso académico, presidió un encuentro el pasado viernes entre cerca de una treintena de jóvenes en la plaza de los Ángeles, de la Ciudad Vieja. Desde finales de la tarde, los adolescentes charlaron animadamente e incluso se abrazaron —no siempre con todas las precauciones recomendadas— y extendieron la quedada hasta más allá de los límites horarios que aún imperan. Pese a todo, el ambiente generado entre los chicos provocó incluso sentimientos de empatía y sensaciones de “vuelta a la normalidad” entre algunos vecinos. A otros, en cambio, les molestó el incumplimiento de normas.