“Hay sobredosis de datos e información y esto merma el conocimiento. El exceso no es bueno”, sentencia el catedrático de Computación e Inteligencia Artificial de la Universidade da Coruña, Alejandro Pazos, que participa hoy en el debate Big Data e Inteligencia Artificial: ¿Son mis datos el nuevo petróleo?, organizado por el Centro de Visión por Computador (CVC), de la Universitat Autònoma de Barcelona y la Generalitat de Catalunya, y la Fundación la Caixa.

Antes de contestar a la pregunta que da título al encuentro, Pazos explica los aspectos clave de este campo. “Big Data es, literalmente, muchos datos. Pero nuestro objetivo es el conocimiento. Hay que saber diferenciarlo”, apunta. Y empieza con los ejemplos: “Un termómetro da un dato, que podría ser 42 grados. La información es cuando ese dato adquiere un significado. En este caso, que la persona tiene fiebre. El conocimiento se da cuando los datos y la información son útiles. Tiene 42 grados, tiene fiebre, así que hay que rebajar la temperatura con medicamentos para que no se dañe el sistema neurológico”, expone.

Pero una vez que se tienen todos esos datos, que a día de hoy son prácticamente inabarcables, se necesita “deshacerse del exceso, de lo que no vale, de datos incompletos o imprecisos” y utilizar “herramientas para extraer conocimiento”. “Esto nos lo da la Inteligencia Artificial”, añade.

Información y conocimiento que permiten “mejorar la calidad de vida”. Pero no siempre ese es el fin. El problema aparece cuando “organizaciones ajenas a uno mismo —ya sean empresas o administraciones públicas— utilizan ese conocimiento”. “Pueden ser capaces de dirigirnos o cerrarnos puertas. Somos muy vulnerables”, avisa Alejandro Pazos, que indica que “si se comunican datos de salud y estos llegan a una compañía de seguros, puede decidir subir la cuota o simplemente no asegurar a una persona”.

El catedrático asegura que “ahora hay mucha menos intimidad”, lo que conlleva “más riesgos”. “Cosas que no le enseñarías a tu vecino, se las estás enseñando a cualquier que puede acceder, por ejemplo, a tu Instagram”, resume.

A Pazos le preocupa que “mucha gente no es consciente” de esa vulnerabilidad. “Estamos perdiendo capacidad de decisión. Aunque creas que eliges tú, hay un sistema inteligente que analiza tus últimas búsquedas o tus amistades para recomendarte cosas”, declara.

Dar marcha atrás ya no es posible, opina el catedrático de la Universidade da Coruña, pero sí cree que se “puede ir más lento”. “Uno tiene que saber que genera datos”, insiste. Para controlarlo, explica que hay dos niveles. “Uno es el regulatorio. Hay ya un borrador de la Comisión Europea para regular la adquisición y la propiedad de los datos”, informa. El otro depende de cada uno: “Hay que protegerse y no dar datos a nadie”.