Gala Sánchez (A Coruña, 1999) ha sido elegida por la Fundación Barrié para otorgarle una de las diez becas para estudios de máster en centros académicos de todo el mundo, dotada cada una de ellas con un máximo de 50.000 euros anuales. La coruñesa, a la que le apasiona la combinación entre biología y tecnología, está estudiando un máster de sistemas neuronales y computación en Suiza.

¿En qué momento se interesó por la robótica?

Fue porque siempre quise hacer una Ingeniería y me debatía entre muchas. Me gustaba Industrial por poder construir algo, pero también me interesaba Informática por programar. Me di cuenta de que la robótica es una combinación de todas esas ingenierías, no es nada nuevo, simplemente un sistema integrado de distintos campos de la Ingeniería. Preferí saber un poco de cada y poder aplicarle un sistema. Luego decidí en qué me quería especializar, esa parte más biológica.

E hizo sus estudios en el extranjero. ¿Por qué?

Sí. Hice el Grado en Robótica en Dinamarca. Decidí irme al extranjero porque Robótica no era muy común en 2017, cuando yo me matriculé. Quería tener esa experiencia internacional. La universidad se centraba mucho en trabajos en grupo y en aprender haciendo más que en estudiar y tener muchos exámenes. Siempre me llamó mucho el sistema educativo del país. En una práctica, ayudé a desarrollar un brazo robótico que ayudaba a pacientes con problemas de movilidad, por ejemplo con fractura de la médula espinal, en tareas de recoger objetos o para comer y para beber. Me pareció una aplicación fascinante.

En ocasiones, se piensa en los robots como algo negativo, sustitutos de los trabajadores, ¿todavía se puede cambiar esa percepción?

Sí. En las prácticas de la universidad me di cuenta de que los robots no son los de las películas que mueven cosas en una fábrica. Tienen una aplicación directa y ayudan a mejorar la vida de las personas. En vez de pensar que nos van a quitar el trabajo, debemos pensar que se pueden usar para mejorar la vida. Es cierto que la tecnología tiene sus propios riesgos, no vamos a negarlo. Vemos todos los días algo de Inteligencia Artificial que puede fallar, cómo interceptan la información o todo el tema de ciencia de datos... Pero creo que también está en nuestra mano cambiar esa narrativa. En mi caso quiero contribuir a esa narrativa positiva, demostrando que todos esos algoritmos que pensamos que nos están espiando todo el rato pueden utilizarse para otros temas y tienen un impacto social importante.

¿Qué aplicaciones cree que son más útiles en el ámbito de la salud?

Sobre todo los exoesqueletos y los aparatos de rehabilitación. Los fisioterapeutas, que ayudan a recuperar la movilidad a gente que ha tenido un ictus o que ha sufrido un accidente de médula espinal, desempeñan un trabajo muy cansado, que requiere muchísimo esfuerzo. A veces el fisioterapeuta no puede saber cuán bien lo está haciendo, solo tiene el feedback del paciente, a lo mejor no sabe si le está haciendo daño porque ha perdido el sentido del tacto. Poder desarrollar maquinaria que ayude a entrenar y recuperar un cierto tipo de movilidad, le quitaría mucha carga a esos fisioterapeutas. Y también puede dar feedback al paciente, porque podemos mirar cómo se están moviendo sus extremidades, medir la fuerza con la que lo hacen e incluso crear un videojuego para que el proceso de fisioterapia sea más entretenido.

¿Qué planes tiene para después del máster?

Estoy barajando hacer un doctorado. Me interesa mucho la docencia y poder enseñar al resto de la gente lo que se puede hacer, pasarle a una nueva generación los conocimientos para que puedan mejorar la vida de las personas. Tampoco descarto trabajar en industria durante un tiempo.

¿Qué supone esta beca en su trayectoria?

Estoy muy agradecida a la Fundación Barrié por haber confiado en mi visión. Para mí, supone traer a Galicia algo totalmente novedoso y puede tener un gran impacto en una población tan envejecida como la nuestra, con mayores que están solos o que no podemos prestarles la atención que necesitan. Ahora llevo mucho tiempo fuera y quiero volver a Galicia. Mis abuelos emigraron a Suiza en los 60. Parece que vuelvo a donde empezaron ellos. Siempre han sido una inspiración. Después de vivir fuera, decidieron volver a su país y es lo que yo quiero hacer. Quiero formarme, estar en el extranjero, ganar todo el conocimiento que pueda y devolvérselo a Galicia y ayudar a la gente de aquí.