Llega la primavera y la ciudad cambia de color y de paisaje. Árboles como los rododendros brotan con sus flores que tiñen de rosa el cielo y también el suelo, cuando sus pétalos se van marchitando o se caen zarandeados por el viento. Porque la primavera es así, días más largos, de intenso frío por las mañanas, de esas en las que sobra el abrigo y hacen falta las gafas de sol, de helados en las terrazas y también de lluvias que garantizan que se moje la tierra y riegue los plantíos, aunque no queden muchos entre tanto asfalto y hormigón.

Aunque la primavera desvela también cosas que no estamos haciendo bien o que habría que mejorar, porque algunos colores, por muy bonitos que sean, esconden una naturaleza que no es autóctona y que asfixia a otras plantas como, por ejemplo, la margarita del Cabo, esa flor amarilla que inunda el entorno de la Torre de Hércules, o la uña de gato, que se expande y no deja espacio para nadie más.

Cerezo en flor en la Marina. Carlos Pardellas

El biólogo de la UDC y miembro del Grupo Naturalista Hábitat, Cosme Damián Romay Cousido explica que hay dos partes diferenciadas de la ciudad que viven y representan la estacionalidad de una manera muy distinta. La primera es el casco urbano, donde la primavera no se hace tan patente porque hay “muy poco verde”.

“En el caso de A Coruña, salvo por el parque de Santa Margarita, el resto es un búnker de cemento”, dice Romay Cousido. Es por ello por lo que se pierde la sensación de haber cambiado de estación. “Muchos de los que pedimos que se verdee la ciudad y que se incluyan más espacios verdes y que se restauren tramos fluviales, como el río de Monelos, lo hacemos porque así ganaríamos en la percepción de la estacionalidad”, explica.

Carrasquilla azul en la Torre de Hércules. Carlos Pardellas

La otra parte de la ciudad es la que todavía conserva entornos naturales, con zonas de calidad, como las inmediaciones de la Torre de Hércules, como los montes Cortigueiro, Castelos y San Pedro y lo que queda de la cuenca del río Monelos, en Feáns. “Ahí sí que se puede percibir la llegada de la primavera, se puede ver la floración de especies que son visualmente deliciosas, como la flor del cuclillo, que es rosada —Lychnis flos-cuculi o flor do cuco, en gallego—, la salicaria —Lythrum salicaria o salgueiriña—, que es una planta muy interesante, también empieza ahora a florecer. Todos los botones de oro —Ranunculus repens o botón de ouro—, que le dan un color amarillo a los campos, la Cardamine pratensis —cardamineira—, que tiene un color rosa pálido precioso...”, explica Romay.

Junto a estas plantas que son más espectaculares por su colorido o por la forma de sus flores, hay otras plantas más comunes y que se pueden encontrar casi en cualquier punto verde de la ciudad, como el diente de león —Taraxacum officinale o mexacán—, así como todas las especies margaritas. Aunque, en este punto, Cosme Damián Romay hace un inciso, ya que la margarita del Cabo —Arctotheca calendula—, que se puede ver en muchos puntos de la ciudad, entre ellos en el entorno de la Torre de Hércules, es una especie a erradicar. “Es invasora y, si bien da color, es una especie que impide que otras, que son interesantes, puedan desarrollarse. Algo similar sucede en la zona de la Torre con la población introducida de uña de gato —Carpobrotus edulis o flor de coitelo—, que impide que se desarrollen masas de carrasquilla azul —Glandora prostrata o carraspique azul—, que es una flor azul muy bonita”, relata.

Para evitar que estas especies invasoras le ganen terreno a las autóctonas, el Grupo Naturalista Hábitat inició hace ya tres años una campaña con voluntarios para retirar esta uña de gato de la zona de la Torre de Hércules. Hablamos de “cientos de kilos de Carpobrotus edulis, de muchos metros cuadrados liberados de la presencia de esta invasora”, puntualiza Romay Cousido. Y es que, a partir de esa acción de retirada de las plantas, han conseguido que florezcan otras que son “de primera línea de cantil”, como la herba de namorar, —Armeria pubigera—, también se han recuperado las escilas —Scilla merinoi—, que tienen una flor violeta pálido. “Es muy interesante, porque si analizamos solo las plantas vasculares —las que tienen raíz, tallo y hojas— que hay en A Coruña, encontramos más de mil especies, la mitad de ellas son autóctonas, así que, no hay aburrimiento posible”, dice Romay Cousido entre risas.

Mariposa pavo real.

Pero la primavera no solo se deja notar en el suelo, con las flores y las plantas, sino que se puede ver y oír en el aire, y no solo por las alergias, que atenazan a algunos vecinos, sino también por la presencia de libélulas, mariposas y pájaros que escogen la ciudad —o sus entornos más rurales— para pasar esta estación de transición al verano.

“Están apareciendo ahora las primeras libélulas, las más tempraneras, como la Pyrrhosoma nymphula o donceliña vermella, o la bella dama —Calopteryx virgo o gaiteiro azul—”, explica Romay Cousido. Los mejores lugares para verlas, sin duda, son la cuenca alta del río Monelos, el río Lagar, en la zona del campus universitario y en el rego de Campos, en Feáns.

En este enclave, en Feáns, vuela, además, una libélula que tiene la clasificación de conservación desfavorable a nivel europeo, la libélula de Mercurio —Coenagrion mercuriale o donceliña de Mercurio—. “Hay una población valiosísima en Feáns, ligada a este curso de agua con juncal sumergible”, relata.

También se pueden ver, pero de manera ocasional las libélulas cuadrimaculadas —Libellula quadrimaculata—, incluso, con vientos de sur, se puede ver el emperador peregrino —Anax ephippiger—, que es una especie que nace en el Sáhara, pero que, con los vientos del sur y con el polvo africano, acaba llegando a A Coruña.

Cuenta Romay Cousido que, en la última oleada de polvo sahariano, llegaron a Oleiros y a Arteixo no solo libélulas sino también langostas —Locusta migratoria—, que vienen en esas nubes de polvo africano. Para verlas, explica el biólogo e investigador, lo mejor es hacerlo durante el día y en horas de sol, “les gusta mucho el calor”, apunta.

Hay también mariposas muy fáciles de observar e identificar, como la limonera—Gonepteryx rhamni o limoeira—, que es amarilla, o todas las blancas del género Pieris, que se conocen como anxos, y que se pueden ver en los campos que tienen plantadas verduras como coles, ya que es ahí donde ponen los huevos.

En A Coruña, según explica Romay Cousido, hay unas “joyas”, que son una pequeña población de auroras —Anthocharis cardamines— y son unas mariposas blancas y que tienen las puntas de las alas de color naranja, y que se pueden divisar en Feáns y en el río Lagar. Hay también mariposas migradoras, de mayor tamaño, como la almirante rojo —Vanessa atalanta o feiticeira—, la cardera —Vanessa cardui o raíña dos cardos— y, en zonas forestales, incluso en parques, la mariposa de los muros —Pararge aegeria o apincharada—.

Un banco rodeado de la especie invasora uña de gato. Carlos Pardellas

Los pájaros y sus cantos también se abren paso entre los edificios y los coches, aunque no sea fácil escucharlos entre tanto ruido. Cosme Damián Romay apunta a que ya han empezado a llegar las especies estivales, como las golondrinas comunes —Hirundo rustica o anduriña— y los vencejos. Primero, a finales de marzo y principios de abril llegaron los pálidos, —Apus pallidus— que anidan cerca del Obelisco y también en Labañou y, en las últimos días de abril, los vencejos comunes —Apus apus o cirrio—, que son más abundantes que los pálidos.

El cuco también ha empezado a cantar, por ejemplo, en la zona de A Laracha, ya que en A Coruña su presencia es muy ocasional, como lo es en toda la franja costera, sobre todo, en las últimas décadas, ya que, según explica Romay Cousido, “ha disminuido su población porque parece que hay un pequeño desajuste a causa del cambio climático”. Esto se debe a que las especies que parasitan están adelantando mucho su ciclo de cría. “Ahora mismo hay muchos nidos con huevos y cuando llega el cuco y se empareja, las hembras no encuentran nidos con huevos sino con pollitos, así que, ya no pueden parasitarlos. Entonces, tiene que ir a zonas en las que el ciclo de cría está más retrasado, en este caso, a la montaña, porque allí el clima es más frío y empiezan más tarde a criar”, relata.

La tórtola europea—Streptopelia turtur o rula—, ya se ha detectado en varios lugares de Galicia, por ejemplo, en Vimianzo, el milano negro —Milvus migrans o miñato negro—, que es un ave de rapaz diurna, que pasa el invierno en África, empieza a verse ya por la comarca.

Y, también las cigüeñas, aunque Romay Cousido apunta a que, a pesar de lo que dicen los refranes de que anuncian la primavera, “llegan mucho antes”, algunas, incluso, con el año nuevo. La explicación es que hay vertederos en la zona de Extremadura y Andalucía, entonces, muchas cigüeñas blancas que antes migraban a África, ya se quedan a pasar el invierno en estos vertederos o en zonas de cultivo o arrozales y no cruzan el Estrecho, como lo hacían antes, eso implica que su viaje de vuelta sea mucho más corto.

Libélula doncella de fuego, en A Coruña. | // C. DAMIÁN ROMAY COUSIDO

En los jardines se pueden apreciar los rododendros y los magnolios en flor que, entre tanto cemento, suplen la carencia de verde, porque también en estas zonas de la ciudad se nota la llegada de la primavera. Por ejemplo, en el parque de Santa Margarita, donde se pueden escuchar ya los verdecillos —Serinus serinus o xirín—, las gaviotas, que ya han cambiado su graznido porque han empezado a ocupar su territorio, y la urraca común —Pica pica o pega—.

Y, a pesar de que no sean tan fáciles de ver en su medio natural —aunque sí en las plazas—, Romay Cousido dice que no hay que olvidarse de los cambios que la primavera lleva al mar y que se nota, por ejemplo, con la aparición de grandes bancos de caballa —xarda—, bocartes o de lanzones, varias especies de cefalópodos o aves marinas, como las pardelas y los paíños.

Ya sea en el mercado, en los parques o las zonas más rurales y naturalmente mejor conservadas, la primavera ya ha empezado a dejar su huella en la ciudad, abriéndose paso, por muy difícil que se lo pongamos.

Para registrar esta llegada de la primavera y para que la experiencia sea más enriquecedora, Romay Cousido propone a los interesados en la naturaleza que colaboren en proyectos de ciencia ciudadana anotando la floración de las plantas que conozcan, la llegada de aves migratorias, las primeras libélulas o las primeras mariposas en vuelo en plataformas gratuitas y abiertas.

“Hay muchas para elegir: por ejemplo en www.observation.org. puedes darte de alta y agregar tus citas de cualquier ser vivo y, añadiendo fotografías, su motor de inteligencia artificial te sugerirá una identificación automatizada de la especie. Sus aplicaciones para móvil asociadas (ObsMapp y iObs) complementan la web”, explica.

“También www.ebird.org tiene una aplicación extremadamente ágil y sencilla, si bien recoge solo las citas de aves. Atesora, eso sí, ya millones de registros (fotos, dibujos y sonidos), con identificación automática con el programa Merlin”, comenta Romay Cousido., que apunta que la aplicación PlantNet “es muy precisa en las identificaciones automáticas”. Añade, además, las páginas www.biodiversidadvirtual.org, www.inaturalist.org y www.biodiversidade.eu, que ofrecen la posibilidad de recoger citas de seres vivos, “con excelentes validadores que controlan la veracidad de las citas”.