Hay barrios que, cada vez, son más ricos, mientras otros atraen a personas con menos recursos económicos. La ampliación de esa brecha económica ha quedado demostrada con los datos correspondientes a 2018 que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE), que revelan que los vecinos del Ensanche, con ingresos que alcanzan los 46.302 euros por hogar, cobran un 76,9% más que los del Agra do Orzán, con una renta media de 26.171 euros. “Los procesos de gentrificación del centro, de convertirse en un espacio de reclamo para las clases con mayores recursos económicos, hace que expulse a esas poblaciones de renta media baja que ocupaban rentas de bajo coste”, explica la decana de la facultad de Sociología, Raquel Martínez.

Esa brecha de ingresos, que no hace otra cosa que agrandarse, se debe a un “efecto llamada”, como ella misma detalla. “La concentración de gente con poder adquisitivo llama a más gente con más dinero. Así, suben los alquileres y el precio del suelo en esa zona”, expone. Lo mismo opina la doctora en Economía y profesora de la Universidade de Santiago, María Cadaval, que señala que se está produciendo una “especie de círculo vicioso”. “En el momento en el que gente con poco poder se instala en un sitio, disminuye el valor de la propiedad alrededor. Allí acudirán las personas de baja renta, porque bajarán los alquileres, y así también se expulsará a los que tienen más recursos, porque no quieren vivir en un ambiente que, entienden, no es el suyo”, argumenta.

Las zonas que concentran los ingresos más bajos, interpreta Martínez, son “menos atractivas”, lo que hace también que la gente joven que hasta ese momento residía en ese barrio “salga y busque otras zonas si tienen recursos para hacerlo”. De esta manera se van formando “pequeños guetos”, en los que se encuentra “la población más racializada, sobre todo migrantes, que son los que tienen menos recursos y, a la vez, son los más vulnerables”, comenta la decana de Sociología.

Se convierten así en los barrios que concentran las rentas más bajas, como puede ser el caso del Agra, Os Mallos o la Sagrada Familia, y tienen pocas prestaciones que ofertar a los vecinos. “Son viviendas sin ascensor, con tamaño reducido o con edificios más degradados que en el centro”, apunta Raquel Martínez.

Así, los vecinos con una renta mayor podrán asentarse en zonas, que suelen estar en el centro de la ciudad, como el Ensanche, a las que no podrán acceder la gente con menos recursos. “Barrios elitistas”, dice la socióloga. Una desigualdad económica que, según María Cadaval, es fruto también de las políticas de redistribución de renta y riqueza. “El sector público ofrece un nivel de acceso a las competencias básicas del mercado laboral, lo que debería dar las mismas oportunidades a todos. Lo que en los años 80 llamábamos ascensor social. A través de la educación y de contar con ciertas herramientas básicas, todos deberíamos partir del mismo punto. Pero esa redistribución ha mermado de manera muy significativa. La educación ya no capacita a todos por igual. No les da las mismas herramientas y eso crea una brecha”, explica la economista, que alerta de la “reducción de la clase media”.

Cadaval indica que en España “hay una triple desigualdad: la intergeneracional, en la que la gente mayor es la tiene una mayor renta; la territorial y la de género, ya que volvemos a ver a las mujeres en esa parte más vulnerable de la sociedad”. ¿Y esto a qué se debe? “A la falta de empleo de calidad”, responde, algo que se vio todavía más agravado por la crisis de 2008. “La respuesta que se dio a aquella crisis fue ayudar a las empresas, no a las personas”, destaca. Todo ello ha generado “una situación muy preocupante”, en la que, señala la economista, “los ricos son más ricos y los pobres, más pobres”. Algo que, opina, también explica el “clima de tensión política” que se da en España. Y avisa: “Nos vamos a seguir encontrando esos mapas de barrios con vecinos con más ingresos y barrios con vecinos con las rentas más bajas”.

Más rehabilitaciones y una reforma del sistema fiscal, posibles soluciones para acabar con la brecha de ingresos

La socióloga Raquel Martínez y la economista María Cadaval avisan que la tendencia apunta que seguirá aumentando la diferencia entre los barrios que concentran las rentas más altas y los que cuentan con los ingresos más bajos. ”No veo muchos mecanismos para revertir la situación, a no ser que se invierta dinero público en los barrios mas pobres”, manifiesta la decana de Sociología, que opina que la “rehabilitación de viviendas” podría ayudar a hacer más atractivas las zonas más castigadas de la ciudad. Martínez defiende que también habría que “regular el precio de alquileres y suelo”, que en el centro no hace otra cosa que encarecerse. “Mientras eso no pase, no veo muy fácil que se pueda revertir. Seguramente vaya a más. Los grandes inversores, en vez de pequeños propietarios, van a comprar más edificios en los centros de las ciudades. Así, los pisos de alquiler serán cada vez más caros”, apunta. Cadaval cree que es necesario “reformar el sistema fiscal”, que tiene “muchos agujeros”. “Hay que identificar esos agujeros, luchar contra el eterno fraude fiscal y reformar el sistema fiscal, que es inequitativo e ineficiente. No recauda todo lo que debería y recauda de manera injusta. Hay que replantearse el sistema y dejar los parches que se le ponen a un lado”, expone la economista, que también señala que “el estado de bienestar tendría que volver a diseñar la redistribución de la renta y la riqueza”. Alerta, además, de que en próximo años “la brecha social no solo no va a reducirse sino que va a incrementarse”, en parte por la “digitalización y robotización”, que hará que “muchos empleos vayan a ser sustituidos por máquinas”.