No hay mayor desprecio que no dar aprecio. Sobre todo, en redes sociales. Esa es una de las conclusiones que se podrían avanzar sobre la investigación que realiza la doctora en Comunicación y profesora de la UDC Teresa Piñeiro sobre el retrato de la pandemia a través de Instagram en los dos primeros meses de confinamiento, tras el decreto del estado de alarma, el 14 de marzo de 2020. Junto a otro investigador de la universidad de Vigo y dos de universidades de Brasil, analiza y estudia las 100.000 publicaciones con más repercusión.

¿Cómo acotaron el estudio en Instagram? ¿Seleccionaron perfiles, tipos de publicaciones...?

Primero lo que hicimos fue recoger todas las publicaciones que se hicieron durante los dos primeros meses de confinamiento o meses de calamidad en Brasil con los hashtag #coronavirus o #covid y coger 100.000 con más interacciones. En la muestra no aparecen personas como tú o como yo, salvo que tengamos una comunidad importante o pongamos algo impactante como para que la gente haga comentarios, le ponga me gusta u otro tipo de interacciones.

Fueron personas conocidas o relevantes u organismos, entonces.

Salieron muchísimos perfiles de medios de comunicación, de influencers, de organismos, influencers de la vida diaria, por ejemplo, el presidente de Brasil, y de personas que tenían un discurso más polémico o más llamativo o que se convirtieron en influencers durante la pandemia, como algún médico o sanitario, o que tenían un discurso tan reaccionario que causaba reacciones.

¿Como quién?

Toda la escena de Bolsonaro tenía bastante impacto. Lo que hicimos fue recoger los post en portugués y en español. En español es bastante heterogénea la procedencia, hay de todos los países del Cono Sur y Centroamérica y España. En los portugueses, Portugal apenas tiene presencia y está polarizado por Brasil. Por dos cuestiones: porque en Brasil son muchísimas más personas y, sobre todo, por el hecho de tener un Gobierno negacionista, que hizo que desde el principio todas las publicaciones estuviesen bastante polarizadas. Cualquier publicación negando el COVID y dando datos de los muertos, de fichas de enfermos de Brasil, tenía muchísima difusión, interacción.

¿Qué se observa en las interacciones?

Depende de la publicación. La mayor parte suelen ser los me gustas de gente a favor y después los comentarios, que pueden ser de gente a favor, pero hay también muchos de reacciones en contra. El ámbito de Bolsonaro y un círculo de followers de Bolsonaro tuvieron más difusión. Muchas veces nos olvidamos de que, en las redes sociales, la mejor forma de estar en contra de un mensaje es no hacer nada. Por ejemplo, en España hay presencia de cierto partido polémico, populista, en las publicaciones. Entonces, tenemos la costumbre de, cuando vemos algo que no nos gusta, de partidos de cierta ideología o personas que piensan así, comentar que “esto es una barbaridad lo que estás diciendo”, y eso lo que está haciendo es darle más visibilidad a sus mensajes. Les estás haciendo la campaña. Y es lo que pasa en Brasil. Lo más interesante es ver cómo fue evolucionando también nuestro sentimiento durante la pandemia.

¿Cómo fue esa evolución?

En los primeros momentos, hay sobre todo miedo y responsabilidad por el coronavirus y, sobre todo, una especie de apoyo tácito a los diferentes gobiernos, salvo en el caso de tener gobiernos negacionistas, como Brasil, que hay burlas incluso sobre que piensan que la mejor forma de librarse es encomendarse a los santos y a la Virgen. Quitando eso, en los primeros momentos hay como bastante apoyo a los gobiernos y después, a lo largo de la pandemia, ves cómo la gente va cambiando un poco el carácter y llega un momento en el que llega a ser crítico por actuaciones de los diversos gobiernos. Es una especie evolución. Yo creo que los sufrimos en España y creo que se puede aplicar más o menos a todos los gobiernos. En el caso de las publicaciones institucionales y las más difundidas suelen ser también de informaciones y datos de cómo actuar frente la pandemia. Los famosos memes de lavarse las manos, ir cambiando la canción con lavarse las manos, indicaciones de cómo ser un poco más prudentes y, sobre todo, más cívicos.

Y eso se vio en dos meses.

Sí. Todavía estamos en proceso de revisar todos los datos, pero entiendo que el cambio tiene que ver también con cuestiones del ocio… toda la evolución de los primeros momentos, como todo muy serio, y luego el cansancio, la fatiga pandémica.

¿A qué dio lugar? Hubo mucho humor.

Instagram es una red con imagen, las hubo con humor, como algunas con el tema de los papeles higiénicos y ese tipo de memes. Y luego cómo determinados personajes públicos vivían su día a día.

En conclusión, ¿cómo definiría ese retrato de la pandemia?

Es un poco temprano. Estamos viendo por diferentes variables. Cómo fue la prensa, cómo actuó la sociedad, cómo comunicaron los gobiernos o qué publicaciones de gobiernos aparecen más representadas. Es llamativo la influencia que tienen los medios de comunicación tradicionales en las redes sociales también. Tiene que ver, en este caso, con una necesidad de información. Ya hay muchos estudios sobre qué pasó durante el confinamiento con las necesidades informativas como ciudadanía. Pasamos de ir decayendo nuestro interés por los medios de comunicación tradicionales a buscarlos, ir a ver el boletín de TVE, los periódicos, ahora en la radio a ver si adelantan algo más... La necesidad de informarse continuamente hizo que tuvieran relevancia en la muestra. Luego también estarían los gobiernos y luego, personalidades que se dividen entre influencers de la vida real, offline, como Leo Messi, e influencers más del Instagram. Y el hecho de que el propio presidente del gobierno de Brasil esté en Instagram y que su discurso sea similar al de, en su día, Trump, muy populista y polémico, eso hace que tenga mucho impacto de mensajes, tanto de apoyo como en contra.

¿Cuándo difundirán las conclusiones?

Publicaremos el informe definitivo en 2022. El investigador principal quería también hacer un manual de buenas prácticas.

¿Han detectado malas prácticas?

En algunos casos sí. Corrieron bulos, fake news, fotos muy impactantes o infografías con datos no ajustados a la realidad.