Jeanne Picard, vecina de A Coruña desde hace cerca de cinco décadas, fue una de las fundadoras de Stop Accidentes hace 21 años, y en la actualidad es la delegada de la asociación en Galicia.

¿Cómo ha visto cambiar la circulación en la ciudad?

Desde el año 2000 ha cambiado para mejor. Están los carriles bici, que no existían y se han creado entornos públicos mucho más agradables. También está el camino escolar que hemos logrado instalar en muchos de los colegios de la ciudad. Pero a nivel de circulación de coches hemos ido aumentando. Yo recuerdo A Coruña desde el año 1966, en que llegué a la ciudad, y fue evolucionando hacia mayor circulación de coches. Ahora estamos intentando volver a recuperar la ciudad para los peatones, las personas mayores.

¿Qué supone la ciudad 30 en este contexto?

Una ciudad más segura, menos contaminación, menos ruido... Y lo primero es que reducir la velocidad es reducir la siniestralidad. El objetivo es llegar a cero víctimas, cero atropellos. Ir a 30 kilómetros por hora, según se ha demostrado científicamente, se reduce la distancia de frenado.

¿Cree que los conductores coruñeses se van a adaptar al nuevo límite de velocidad?

Necesitamos de los medios de comunicación. El Ayuntamiento necesita informar. Se ha colocado la señalización, se ha pintado 30 en la calzada, etcétera... Ahora, ¿miramos las señales? ¿Estamos atentos a las señales? ¿Las respetamos? Esto es una responsabilidad individual del conductor, lo mismo que en carretera o en la autopista. Si nos ponen 120, y vamos a 200... Es un delito y el radar suena. Habrá que poner control y sanción para el que no respeta. También se trata de hacer reflexionar al conductor: el conductor también es peatón, y si se da cuenta de que ir andando es más saludable... A Coruña es una ciudad para caminar. ¿Por qué vamos el Paseo Marítimo? A caminar. Pues vayamos andando por nuestro barrio, y no desplazándonos en coche.

¿Ve usted alguna especifidad en A Coruña en cuanto a movilidad?

Es verdad que el área metropolitana necesita quizás un transporte público más adecuado. Desplazarse a los polígonos a veces es complicado. Pero a la Universidad hay transporte público, y ahora también se puede ir en bicicleta, aunque haya que subir las cuestas. Todo esto forma un conjunto que invita a la convivencia.

¿Qué queda por hacer?

Que haya más frecuencia en el transporte público, que haya más calles peatonales, más parques y espacios públicos verdes. Estamos viendo que se están plantando árboles, ¡bienvenidos sean! Los Cantones se ensanchan... Si las infraestructuras invitan a pasearlas y a disfrutar la ciudad andando, si se hacen más seguras, vamos a recuperar una ciudad mucho más saludable, amable para los peatones. Y todos somos peatones.

Después de participar en un acto con los niños del colegio de Prácticas, para inaugurar el límite de velocidad a 30 kilómetros por hora, ¿cómo ve la actitud de las nuevas generaciones?

Se está haciendo un esfuerzo a nivel de educación. Esta generación es consciente de lo que significa el cambio del clima, de lo que significan la velocidad y sus riesgos. Les estamos enseñando un mundo mejor. Al proteger la naturaleza vamos a proteger la vida. Nos hemos equivocado invadiendo la ciudad con el coche.