Programa: Sinfonía nº 6 de Panufnik y concierto para piano nº 2 de Brahms.

Intérpretes: Elisabeth Leonskaja, piano; y Dima Slobodeniouk, director. 

Me gusta tener claros los puntos clave del concierto que voy a escuchar, y en este caso, en el segundo concierto de piano de Brahms, en mi opinión aparte del solista son: el solo de trompa inicial, el solo de chelo del tercer movimiento y el poder concertador del director en una obra de este calibre. Hablamos de la capacidad de seguir al solista y aunar a toda la orquesta, cosa complicada debido a la densidad y duración de la obra y no tanto a la dificultad individual de la misma.

Pero antes de Brahms, inició el programa la obra del compositor polaco Panufnik, que gustó mucho al público, cada vez más cultivado en escuchar este tipo de repertorio “contemporáneo”, éxito debido a la apuesta que la dirección artística le está dando a este tipo de música. Se vio a Dima muy implicado en la obra, con gesto alegre, queriendo sacar cualquier atisbo de "melodía" entre la rugosidad y frondosidad de sonido, triunfando en su objetivo y consiguiendo una buena versión gracias a la implicación de la orquesta. 

El plato fuerte vino a continuación con la famosa pianista georgiana Elisabeth Leonskaja, gran figura del piano que es y que le precede allá por donde va, que se percibe nada mas pisar el escenario. Obra colosal el Brahms que arranca con un arriesgado y difícil solo de trompa que el gallego Naval bordó con un sonido redondo y su habitual musicalidad, en el que cede el testigo al piano, y ahí señores, cuando aparece el piano, uno siente por qué es el instrumento rey.

Es en el inicio del Brahms donde un pianista muestra sus "credenciales", y Leonskaja lo hace. ¡Y de qué manera!, con una introducción serena, calmada y con más peso en las notas graves, dejando claro su sello personal. Tras esa introducción llega el tutti orquestal, enl el que Slobodeniouk cogió las riendas de la orquesta en un tempo más vivo, acorde al allegro non troppo que marca la partitura. Es Leonskaja una pianista sobria que no necesita de aspavientos para llegar al público, gran sonido, robusto desde los graves tapando en ocasiones las notas más sutiles en registros medios y agudos, sin duda una nimiedad ante su manera de hacer música logrando hacer breve un concierto de tal dimensión.

Me gustó Slobodeniouk en su papel de aunador, guiando a la orquesta en momentos clave junto a la pianista, y sacando jugo de todos los tuttis de la orquesta. Es en el tercer movimiento, que más que un solo orquestal parece un movimiento de una sonata para violonchelo, cuando aparece el otro gallego, Mirás, con gran musicalidad y cambios de color en su gran interpretación y que auguran un futuro hermoso en su incipiente carrera. Muchos "kilates" en violines primeros y en las intervenciones de Bushnell a la trompa, que habrán disfrutado ayer sábado en Cantabria, adonde se desplazó nuestra orquesta a tocar este programa.