El Observatorio coruñés contra la LGTBQIfobia de ALAS Coruña ha detectado 48 incidentes de odio contra esta comunidad durante 2020, ocho más que los que se registraron en 2019. Así lo detalló ayer el vicepresidente de ALAS, Carlos Emilia Mella, quien apuntó que 41 de esos episodios corresponden a agresiones, ya sea de tipo verbal o físico. “No nos podemos olvidar de este colectivo porque, a pesar de la igualdad formal, sigue sufriendo situaciones de discriminación y rechazo”, señaló la concejal de Igualdade, Yoya Neira.

El año pasado, el Observatorio atendió 252 casos de 114 personas, ya sea para asesoramiento, apoyo o para hacer una denuncia. Se produjo un importante incremento en tan solo un año, pues en 2019 se registraron 152 atenciones a 91 personas. Mella explicó que esta subida responde a “los cierres perimetrales” por el coronavirus, que dificultaron la atención desde otros puntos de Galicia, y a que el servicio de ALAS se ha consolidado, pues funciona desde 2017.

Entre los usuarios, hay prácticamente el mismo número de hombres que de mujeres, además de cuatro personas de género no binario, y la media de edad, según el informe del Observatorio, se mueve entre los 25 y 44 años. “Todavía nos sigue costando llegar a personas mayores de 50 años”, desveló el vicepresidente de la entidad.

La mayoría de las personas que buscan ayuda en ALAS tiene nacionalidad española, pero también un 15,8% de los usuarios son extranjeros. En especial, de Venezuela, Perú y Colombia. Además, durante 2020, el Observatorio recibió consultas de Reino Unido, Suiza y Arabia Saudí. La principal vía de comunicación es el teléfono y las redes sociales, pero estas últimas actúan como arma de doble filo, pues también en ellas se encuentran insultos y casos de acoso.

De los 48 incidentes de ocio detectados el año pasado, casi la mitad (47,9%) fueron por acoso, cuando en 2019 este tipo de agresiones era solo el 10% del total. Otro 20% corresponde a insultos verbales, que también se han registrado en redes sociales. A pesar del confinamiento, que se decretó entre marzo y mayo por el estado de alarma, la mayoría de estos incidentes fueron en la vía pública. También se produjeron actos vandálicos, como el destrozo de bancos con la bandera LGTBQI.

“Desde los colegios nos indican que cuando los jóvenes salen de los institutos, el acoso sigue en las redes sociales y que es una cuestión muy difícil de gestionar”, expuso Carlos Emilio Mella, quien avanzó que por eso ALAS quiere seguir trabajando con la comunidad educativa para concienciar. A esta entidad, que tiene su sede en el número 68 de la calle Cardenal Cisneros, en la Sagrada Familia, también acuden usuarios en busca de asesoramiento. La mayor parte, por cuestiones sociales, sobre todo del colectivo trans o de personas en riesgo de exclusión. Se realizaron también labores de acompañamiento, para aquellas personas que se sintieron solas durante el confinamiento y encontraron compañía al otro lado del teléfono.

Una parte importante del trabajo del Observatorio se centró en orientar legalmente a los usuarios y traducir la normativa a personas migrantes, que en muchos casos entraron en ERTE durante todo este tiempo.

Yoya Neira insistió en que la igualdad “no se podrá conseguir si no se trabaja de manera conjunta, sociedad civil y administraciones”. Sobre los retos de 2021, el vicepresidente de ALAS Coruña reveló que la entidad busca llegar “al rural” y reforzar su presencia “en el ámbito educativo”. “También nos gustaría contar con pisos para inmigrantes del colectivo LGTBQI”, propuso, a la vez que pidió “más recursos por parte de la administración” con el fin de seguir trabajando por la igualdad.