El pesquero Sin Querer Dos volcó y se hundió por una falta de estabilidad provocada por un peso excesivo de las artes de pesca. Esta es la principal conclusión de los técnicos de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) sobre el trágico naufragio del cerquero, en el que fallecieron cuatro marineros, todos de Cambados, tras zarpar de A Coruña.

El barco se hundió a mediodía el 19 de diciembre de 2018, cuando regresaba a su puerto base de Portonovo, para realizar la varada habitual de Navidades. Había salido de A Coruña la madrugada anterior, y naufragó cuando se encontraba a unas 4,5 millas al sur de Fisterra.

En el pesquero viajaban diez tripulantes. Seis de ellos lograron ponerse a salvo, pero cuatro perecieron: el patrón, Manuel Serén, y Bernardino Padín, Teófilo Rodríguez y Guillermo Casais, cuyo cadáver no llegó a aparecer.

El informe de la Ciaim, que acaba de ser publicado, indica que las artes de pesca que portaba la embarcación tenían un peso conjunto estimado de unas 20 toneladas, cuando el peso máximo autorizado para ellas en el libro de estabilidad era de 7,5 toneladas. “El buque tenía insuficiente estabilidad dinámica, incumpliendo los criterios exigibles”, manifiestan los técnicos de la comisión. “El déficit de estabilidad estaba causado fundamentalmente por el peso excesivo de las artes de pesca”, añade. Los técnicos añaden que, “como consecuencia de esta falta de estabilidad, el buque no tenía capacidad para soportar los efectos del viento y balance intensos”.

La Ciaim se detiene a analizar las características de las artes de pesca. Indica que en 2018 el armador del cerquero cambió el aparejo con el que antes solían pescar. Este se colocó a babor, y el nuevo fue dispuesto en popa. Se trataba, apunta el informe, de unas redes, “de dimensiones mucho mayores, más resistente y mucho más pesado que el anterior”. También se desvela en el informe oficial que la primera vez que la tripulación colocó la red nueva a bordo, “el barco casi sumergía la cubierta principal por la popa”, a pesar de que en ese momento iba sin carga.

En el transcurso de la investigación se tomó testimonio a los supervivientes. De sus declaraciones, se deduce que en el momento del siniestro, dos de los marineros y el patrón iban en el puente, otro marinero iba en el comedor, y seis estaban en los camarotes.

Uno de los pescadores manifestó que en un momento dado notó que el balance del barco era “raro” y muy amplio, “al punto de tener que sujetarse para no caer al suelo”. Según el testimonio de este pescador, “en uno de estos balances embarcó agua en cubierta y en el siguiente golpe de mar el buque ya no se recuperaba de la escora”. Inmediatamente, dio aviso a todos sus compañeros. Pero apenas unos segundos después se produjo el fatídico vuelco.

“El vuelco repentino no se explicaría por una vía de agua, que además los supervivientes descartan. En ese caso, además, hubiera sonado la alarma de sentinas y/o hubieran podido localizar la entrada de agua mediante el sistema de CCTV del que disponían a bordo”. También se descarta que el hundimiento fuese consecuencia del mal tiempo, pese al fuerte oleaje y el viento que había ese día frente a la costa gallega.

“La Ciaim considera que un buque del porte del Sin Querer Dos podía enfrentarse a dichas condiciones sin riesgos, siempre que el buque tuviese la estabilidad reglamentaria”.