Dice el biólogo de la Universidade da Coruña Martiño Cabana que la presencia de una culebra de collar ibérica, como la que la Patrulla Verde de la Policía Local encontró la semana pasada en el entorno de Feáns no es muy rara, ya que esta especie es común en las zonas en las que hay agua. A diferencia de lo que pensaron los agentes en un primer momento, el reptil no era una víbora sino una culebra de collar ibérica, que es inofensiva. En la intervención, los policías retiraron este ejemplar de las inmediaciones del centro cívico y la trasladaron a un entorno menos urbanizado.

“No es que una ciudad sea el mejor hábitat, pero el entorno de A Coruña sí que tiene zonas interesantes, que tienen mucha biodiversidad”, relata, ya que los reptiles necesitan más calor para sobrevivir. “En A Coruña lo que sucede es que el clima es más suave y, aunque no hay muchas especies, sí que hay una cantidad relevante porque son especies adaptadas al frío”, relata Cabana. Para el también biólogo de la Universidade da Coruña y miembro del Grupo Naturalista Hábitat, Cosme Damián Romay Cousido, es importante la pedagogía en estos casos, para que los vecinos conozcan a estos reptiles y no los maten cuando los vean en sus huertas ni cuando aparezcan en la carretera, ya que su presencia es valiosa para el medio ambiente. Cabana añade, además, que estas cobras, además de ser inofensivas y de que su primer instinto vaya a ser siempre escapar y no atacar, tienen una dieta que beneficia a los vecinos, ya que, cuando son adultos comen ratones y pequeños anfibios, unos inquilinos que no suelen gustar en las huertas.

Estas culebras de collar, que son una especie propia de la península ibérica, pueden llegar a vivir unos ocho años y, según explica Cabana, pueden medir hasta medio metro cuando son ejemplares adultos. “Es una especie muy asociada a zonas acuáticas, orillas de ríos e, incluso, huertas”, comenta Cabana, que explica que, además, hay otras dos especies de serpientes que se pueden ver en las zonas húmedas de A Coruña, una víbora que fue descrita para la ciencia por Víctor López Seoane, y otra que se llama cobra lisa o lagarteira, que recibe este nombre porque suele comer lagartijas. Cabana indica que las cobras que hay en el entorno de A Coruña no tienen veneno, así que, no son peligrosas. Eso sí, utilizan métodos para que sus depredadores no se la coman, como ponerse panza arriba y excretar un olor a podrido para que piensen que lleva muerta varios días. Pueden también, en caso de que se sientan muy amenazadas, hacer el gesto de atacar e imitar a una víbora, bufando y como si lanzase mordiscos y poniendo la cabeza triangular, aunque ellas saben que no tienen veneno.

Las víboras sí que lo tienen, aunque los ejemplares esperan hasta el último momento para secretarlo, ya que es “muy caro de producir metabólicamente”, según relata Cabana y es que, si una víbora muerde y finalmente tiene que usar su última arma, que es el veneno, sabe que se pasará varios días sin comer y que le costará recuperarse.