Una de las cuatro Medallas de Mando con las que los jefes y directivos reconocen la trayectoria meritoria de las personas que ejercen la función de mandos intermedios en los servicios de Policía Local ha sido concedida este año a José Manuel Rico, inspector principal de Tráfico del 092 en A Coruña. Para él, la prevención y la educación vial son claves para una adecuada movilidad en las calles y carreteras.

¿Qué relevancia tiene esta distinción de nombre tan estelar?

La Medalla de Mando la concede Unijepol, que es la Unión Nacional de Jefes y Directivos de la Policía Local, la asociación más representativa a nivel estatal. La estrella es una distinción a los mandos intermedios, a un inspector principal por ejemplo, como ha sido mi caso. Es un reconocimiento de diferentes compañeros al trabajo hecho. La distinción no es nuestro fin pero la palmadita en la espalda es agradable, para mí es un placer que se hayan acordado de mí y de nuestra esquina de España.

Se le reconoce su “elevado nivel profesional” y su “compromiso para dar un servicio de calidad en el ámbito de la seguridad vial. ¿Qué cualidades ha de tener un agente que hace este trabajo específico?

La seguridad vial empieza por reconocer la propia importancia de nuestra exclusiva competencia: el tráfico y la circulación. Un 33% de los delitos que se cometen en España tienen que ver con la seguridad vial, derivan de la utilización de vehículos a motor y ciclomotores; la estadística es la misma si nos centramos en el número de condenados. El tráfico, incluido estacionamientos, circulación o regulación, es una de las principales preocupaciones que confiesan los vecinos de ciudades cuando se les encuesta. Partiendo de todo esto, de los agentes de tráfico se espera conocimiento y experiencia y una adecuada relación con los usuarios.

¿Es adecuada la interlocución entre los agentes y los conductores y peatones o es mejorable?

Creo que sí. Me consta que en nuestra ciudad y en otras plantillas de la Policía Local tenemos relaciones con diferentes sectores, asociaciones, representantes de vecinos, transportistas, colectivos de riesgo como repartidores… para trasladarles el punto de vista de nuestra actividad, entre otros objetivos para no identificar siempre nuestra labor con el factor represivo o sancionador. Trabajamos en muchos otros aspectos, como la prevención y la educación vial, que ha de empezar desde pequeños, a los 6 años, y continuar en la adolescencia, la edad universitaria e incluso con las personas mayores, que tienen otras necesidades. La gente acepta de buen grado nuestras labores. Lógicamente, cuando denunciamos nos ven demasiado encima de la gente o nos dicen que deberíamos prestar más atención a otras cosas. Según como le afecte a uno, nos dicen que nos dediquemos a otras cosas o nos dan las gracias y nos animan a que sigamos encima. Es más, entiendo que deberíamos ser más estrictos en la vigilancia y el cumplimiento de las normas.

El 092 transmite que en general la circulación en A Coruña es segura. ¿Le daría una nota alta en cuanto a educación vial?

Estamos en un nivel aceptable, mejorable, como lo es todo. A Coruña tiene algunos hándicaps, como su parque móvil en relación a la superficie que hay. Depende del uso que se haga del vehículo particular. En los últimos años vemos que aumentan las restricciones a la utilización del coche privado, lo que provoca quejas y conflictos. Cada vez que se pone en marcha una medida de peatonalización o calmado de tráfico, hay gente que está a favor y otra gente que lo primero que te dice es a ver dónde va a dejar ahora el coche. El espacio es el que es, y no se trata solo de una restricción de espacio, también es medioambiental, que nos viene impuesta: hay que reducir el nivel de emisiones contaminantes sí o sí, y la primera de las fuentes contaminantes en materia de gases de efecto invernadero es el coche y el bus.

Y los peatones, ¿se comportan correctamente?

Hay mucha gente que sí, pero otra que cruza en rojo si no vienen coches. Debo decir que a nivel policial somos bastante transigentes con la actitud del peatón. Solo hay que ver las estadísticas de denuncias en los últimos cinco años, que son escasas. Aun así, su comportamiento debe mejorar. Uno de nuestros principales objetivos es bajar el número de atropellos en la ciudad y se ha bajado en los últimos años. Vamos por el buen camino para que el descenso sea más significativo, y a ello va a ayudar la reducción a 30 kilómetros por hora.

¿La fórmula velocidad 30 más aumento de peatonalizaciones debería convertirnos consecuentemente en una ciudad más segura?

Entiendo que sí. Si usamos buses, bicicletas u otros medios distintos al coche, normalmente baja el nivel de riesgo por siniestros viales. Con la reducción de la velocidad creemos que también, tanto en número como en la gravedad de las lesiones que se pudieran sufrir. La probabilidad de fallecer o tener una lesión grave por un accidente a 50 kilómetros por hora está por encima del 60%; si se circula a 30, por debajo del 25%. Hay otras medidas que ayudan a mejorar la seguridad, como el refuerzo en la señalización de pasos peatonales o correcciones en zonas peligrosas.

¿La doble fila es uno de los males más difíciles de corregir?

Se ha mejorado en algunos aspectos, aunque en algunos sitios de la ciudad se ha convertido en una costumbre adquirida, y cambiar el concepto cuesta. Estamos con una campaña de control desde finales de 2019, pero hay zonas en las que la disponibilidad de aparcamientos no es muy abundante. Tratamos de inculcar que no se mantenga el típico sistema de dejar el coche en doble fila y pensar que si estorba ya se avisará al conductor. Utiliza otros medios o aparca el coche un poco más lejos y camina un poco más hasta tu destino final.

¿Esas campañas son eficientes ante costumbres tan recurrentes?

Creemos que hay otras medidas que van a ayudar a corregir ese hábito de la doble fila en algunas zonas, como puede ser la utilización del nuevo vehículo de vigilancia integral. Pero insisto, lo primero es la prevención y la educación. Aunque a alguna gente le cueste creerlo, el último objetivo de la Policía Local es la denuncia. Si por la vía del apercibimiento, el aviso o el requerimiento no se consigue, hay que recurrir a la sanción. En todo caso, en aquellas calles donde hay cámaras de vigilancia, el nivel de infracciones ha bajado.