El productor Álvaro Pérez Becerra (A Coruña, 1989) es desde el pasado viernes el nuevo presidente de la Academia Galega do Audiovisual, en la que las vicepresidencias están ocupadas por el guionista y productor Pepe Coira y la actriz y directora Sonia Méndez. En su opinión, la calidad alcanzada por el sector gallego hace que sea una referencia en España por su forma de producir y por sus contenidos.

¿Qué le animó a presidir la academia que agrupa a los profesionales y empresas del sector audiovisual gallego?

Ya estaba de vicepresidente en la Academia y casi por cuestiones de rotación y de limitación de mandatos me tocó a mí ser presidente, como le podía tocar a cualquier compañero. La línea de trabajo será la de seguir con lo que se estaba haciendo desde hace dos años.

¿Cuál es el momento del audiovisual gallego? ¿Ha vivido con dificultades la pandemia?

Sí. Es una situación paradójica porque las consecuencias de la pandemia se dejan notar en un sector en el que las limitaciones impuestas complican la producción, lo que llevamos sufriendo un tiempo y, aunque parece que estamos en la recta final, está costando. Pero el aprendizaje que nos deja este año es que hay una necesidad de consumir entretenimiento y cultura que hace mirar al futuro con cierto optimismo. Y eso lo refrenda el éxito en los últimos años de las productoras gallegas, por lo que estamos deseando que pase todo esto, ya que todo lo que viene por delante tiene muy buena pinta.

¿Cómo han afectado en el día a día de las producciones las restricciones para evitar contagios?

Es muy complicado. Hay un aspecto que tiene que ver con los costes, ya que ha habido que reservar partidas para medidas de prevención y tests, lo que ha influido en que las producciones fuesen menos rentables de lo que esperaban las productoras. Por otro lado están las dificultades que generan esta situación en cuanto a imprevistos que surgen, como positivos en miembros del equipo que obligan a cuarentenas del resto que afectan a planes de rodaje y a trastocar proyectos que estas personas tenían más adelante, por lo que es una situación muy complicada que hemos ido resolviendo a salto de mata para intentar provocar los menores daños posibles en los trabajos de los demás.

¿Ha habido que llegar a suspender proyectos?

Tanto como eso no, pero es cierto que en la primera fase de la pandemia, cuando la incertidumbre no permitía dar pasos sobre seguro sobre lo que se podía y no se podía hacer, hubo muchas productoras que tuvieron que aplazar rodajes y eso acabó influyendo en la planificación anual, ya que las productoras grandes, que trabajan en varios proyectos a la vez, hacen planes de producción a más largo plazo. Que un rodaje se aplace a lo mejor hace que no puedas contar con el director que tenías previsto o que te influya en la planificación de los siguientes proyectos.

¿La mayor demanda de contenidos audiovisuales ha llegado también a las empresas gallegas?

Sí e irá a más porque el audiovisual gallego está en un momento dulce, ya que hay productoras que están consiguiendo sacar afuera sus productos, como Portocabo con Hierro, como Vaca Films desde hace tiempo, la película Cuñados o la serie O sabor das margaridas de CTV. Eso hace que desde fuera se mire a Galicia como un lugar al que acudir a la hora de producir, lo que es una maravilla para todos nosotros.

¿Es Galicia una referencia en el audiovisual español?

Sí y creo que es una consecuencia del trabajo que se hace aquí desde hace mucho tiempo cuando se creó la Televisión de Galicia. Todo el trabajo de producción de ficción que se generó aquí fue formando profesionales y ahora empezamos a salir fuera y nos empiezan a conocer, por lo que ahora mismo el audiovisual gallego es una referencia tanto en forma de producir como en contenidos, por lo que es momento especial que creo que vamos a saber aprovechar muy bien.

¿Hay un elemento diferencial del sector en Galicia?

Probablemente. Yo creo que tiene que ver con la forma de contar las historias y la forma de buscar historias que interesen. Hay también productoras gallegas que no están en Galicia —como Bambú, que hizo Fariña—, pero cuyos productores se formaron y empezaron a trabajar aquí, lo que hace que eso se note fuera.

¿El tamaño de las empresas gallegas es el suficiente para competir en un mercado global?

Queda mucho por hacer y hay que saber cómo crecer. Tenemos las limitaciones que tiene Galicia para todo lo demás, que es estar lejos de los grandes centros de producción, pero vamos por el buen camino y las productoras que están consiguiendo vender sus creaciones fuera están consolidando sus estructuras y trabajando de una manera que les permite seguir dando trabajo en Galicia, rodando en Galicia —que es muy importante— y a la vez llevando sus productos fuera. Falta todavía estructura para llegar mucho más lejos, pero en eso estamos.

¿Qué papel están jugando las plataformas digitales en la producción en Galicia?

Están abriendo una puerta que es una gran novedad. En Galicia, por suerte o por desgracia, hemos vivido siempre pensando en producir solo para Televisión de Galicia, que es muy importante para la demanda interna, pero las plataformas abren un nuevo camino porque empezamos a ver que una serie que producimos para la TVG vemos que después se puede doblar y vender fuera, como pasó con Augaseca y O sabor das margaridas. Eso es muy positivo porque permite tener más recursos para producir y hacer mejores productos.

¿Abre eso también el camino para que los profesionales del sector trabajen fuera de Galicia?

Absolutamente. Que un producto audiovisual hecho en Galicia salga bien y se vea fuera hace que toda la industria se fije en los actores gallegos. Hay muchos trabajando en producciones nacionales y también directores, por lo que lo de exportar talento está empezando a pasar y es importante.

¿Cuál es el mayor reto del sector ahora?

Imagino que como en el resto de España, cómo salir de esto de la forma menos lesiva posible para los profesionales, especialmente para los actores y actrices, aunque también para los técnicos porque estuvimos demasiado tiempo parados.