El cuidado del medio ambiente es una de las principales preocupaciones de la sociedad en los últimos años. Los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 fijan como prioridad la lucha contra el reto climático y cada vez más instituciones se muestran más concienciadas al respecto. Es previsible que el problema nos acompañe durante generaciones, con lo que es fundamental saber transmitir la gravedad de la situación límite en la que se encuentra el planeta.

Investigadores de las universidades de A Coruña y Vigo se han propuesto medir el grado de compromiso de los futuros docentes con el cuidado del medio ambiente, pues serán ellos los que tendrán que formar, en un futuro, a las generaciones que tengan que encarar esta lucha. Los investigadores Pedro Vega Marcote, de la facultad de Educación de la UDC, y Mercedes Varela, Uxío Pérez y María Lorenzo, de la Universidad de Vigo, han elaborado, en el marco de su investigación y partiendo de los resultados obtenidos, una “escala de actitud” que determina este nivel de implicación por parte de los docentes en potencia. “Llevamos años trabajando en esta temática. Es importante el comportamiento que tendrá el futuro profesorado, porque en ellos está la educación de las próximas generaciones”, explica Vega Marcote.

La Escala de Cambio Ambiental Global distingue, de este modo, en en cuatro categorías: profesores comprometidos, egocéntricos, indiferentes y escépticos. Los investigadores recabaron los resultados, publicados en la revista Sustainability, a través de un cuestionario que distribuyeron entre el alumnado de Educación Infantil y Primaria de ambas universidades. Los resultados extraídos de las respuestas del total de 950 alumnos y alumnas participantes delatan una realidad. “Tenemos mucho que hacer todavía”, resume Vega Marcote. Los datos delatan que menos del 30% de los futuros profesores se muestra verdaderamente comprometido con esta cuestión, así como de promover cambios y fomentar la implicación en el tema desde las aulas.

“En torno a un 26% tiene en cuenta la importancia y la gravedad del deterioro ambiental. Otras partes no tienen tan claro que el humano sea el causante de este deterioro”, concluye el investigador de la Universidade.

La mitad del profesorado, según los resultados de este análisis, se enmarca en un perfil más egocéntrico o escéptico, pero sobre el que, aseguran los expertos, se puede trabajar para conseguir un viraje en su actitud. “Hay que insistir mucho en este tema, porque es la base para los que se van a dedicar a dar clase”, señala Vega Marcote. El porcentaje de indiferentes, a quienes la cuestión no preocupa ni están dispuestos a hacer cambios en su vida ronda el 20%. “El porcentaje de personas comprometidas no es alto, pero es superior a la media de las encuestas que se realizan a la población general”, destaca Vega Marcote. “Las alumnas están más implicadas que los alumnos”, señala.

El siguiente paso, una vez se evalúa este grado de compromiso, es asegurarse de que el mensaje se transmite correctamente en el ejercicio de la actividad docente. “Seguimos trabajando en esto, porque lo más importante no es estar concienciado y preocupado, lo más importante es conseguir un cambio de comportamiento, tanto a nivel individual, como social e institucional”, insiste el investigador.

El grupo de investigadores de las dos universidades lleva tiempo trabajando y publicando sobre esta cuestión. Un instrumento “pionero” que empieza a usarse también en otros países a raíz de su publicación en revistas internacionales.