La fotógrafa afincada en A Coruña María Meseguer es una de las directoras del cortometraje Selected Milk, junto con el escritor José Luis Ducid y Alfonso Camarero. La pieza de cine experimental se basa en una voz en off que lee textos de Ducid sobre fotografías de Meseguer. Se estrenó en 2020, y se ha proyectado en 19 festivales de una docena de países. Ha conseguido cinco premios, el último en el Bollywood Indies Fest.

¿Cómo empezó la obra?

De una colaboración que no llegó a publicarse, un texto de Ducid y una foto mía, ilustrándolo. De ahí salió la idea. Él había publicado ya el libro de Leche Seleccionada, y me propuso que buscase fotos para ilustrar los textos de la obra. Me puse a ello y estuvimos unos cuatro años. Elegimos las fotos, y luego Alfonso [Camarero] lo remató con el sonido, que es importantísimo. Lo engloba y lo hace más película, más cortometraje.

¿Cómo hizo las fotografías, leyó los textos y empezó a buscar imágenes para acompañarlos?

No, no. Eran fotos ya de mi archivo personal, que voy haciendo. Siempre hago fotos mientras voy de viaje, o caminando por A Coruña, o en sitios que conozco. Ninguna fue hecha a propósito.

Las fotografías son bastante asépticas, muy descriptivas. ¿Intentó que todo tuviese un mismo lenguaje visual?

Así son las fotos que hago yo (ríe). Normalmente en ellas no hay personas. Gusta o no gusta pero es lo que me llama la atención. A José Luis sí que le gustaban, y sus textos son normalmente muy fuertes, alguno con gracia pero muy duros. No es que mis fotos sean duras, pero sí que algunas veces la gente las ve tristes, o solitarias, al estar sin personajes.

¿Cómo se hizo fotógrafa?

Mi padre me enseñó a positivar y a revelar, pues, aunque no era fotógrafo, tenía un estudio cuando era joven. Empecé a estudiar Imagen y Sonido, en Madrid, de donde soy, para ser fotógrafa, pero al tercer año de carrera me surgió un viaje a Nueva York para aprender inglés y estudié en una escuela de fotografía de allí. Luego volví a España y trabajé como fotógrafa.

Muchas de las fotografías son de A Coruña. ¿Cuál es la relación del cortometraje con la ciudad?

De los tres, Alfonso es el único coruñés, pero yo vivo aquí desde hace más de 25 años, tengo hijos coruñeses y me encanta la ciudad, que ahora mismo lo es todo para mí. De A Coruña hay bastantes fotos, es una ciudad estupenda para fotografiar y al caminar por ella siempre estoy atenta a cosas.

En las historias del cortometraje hay tristeza, y pesimismo, quizás nihilismo y también humor. ¿Qué le evoca el resultado final de la obra?

Ducid escribe muy bien. Son textos muy duros, pero que también te acercan a la realidad. En algunos de los textos también hay situaciones llevadas al extremo. Pero es una forma de ver el mundo, igual que en las fotografías. Algunas son vivencias personales, otras semi-vivencias. Alerta en el Orzán, que publicó en la pandemia, está fenomenal, y te acerca a la rutina que tuvimos durante esos meses. Su forma de escribir es así, y me gusta mucho.

Han sido premiados en varios países, y, pese a que el texto está leído en inglés, tiene referencias a Galicia. ¿Es posible hacer cine independiente y darle proyección desde A Coruña?

Sí. Soy fotógrafa desde hace más de diez años de la Mostra de Cine Periférico (S8) y hay muchísimos realizadores gallegos y coruñeses. A eso ayudó mucho la Escuela de Imagen y Sonido. Ducid salió de ahí, y Camarero también. El festival permite ver a muchos de los nuevos realizadores que están saliendo, y es un proceso continuo. Esto también se ve en el panorama nacional, con Oliver Laxe como principal exponente. Hay muchísimos tipos de cine en Galicia: largometrajes, cortos, más abstractos, documentalistas... Se tendría que apoyar más desde las instituciones, pero hay muy buena cantera. No solo de realizadores, sino de actores, músicos, guionistas, fotógrafos...