Un año después de admitir la paralización de su proyecto de conexión ferroviaria entre A Coruña y Oporto, que debería haber entrado en servicio el año pasado, la compañía Arriva informa que continúa “revaluando” esta iniciativa, que pretendía cubrir la distancia entre las dos ciudades en 170 minutos, frente a las cuatro horas y media —transbordo incluido— en las que Renfe y Comboios de Portugal realizan ahora el viaje. Al igual que en junio de 2020, fuentes de la empresa hacen referencia a la nueva situación económica generada por la pandemia desde marzo del año pasado y a la necesidad de que estén terminadas las mejoras en las infraestructuras ferroviarias a ambos lados de la frontera.

Arriva asegura que tiene “voluntad” de llevar a cabo este proyecto, pero que por el momento no hay novedades sobre el análisis de las condiciones idóneas en las que podría ponerlo en marcha. Cuando se confirmó la paralización del plan para prestar este servicio, aludió a la caída de la demanda del transporte y a las dificultades existentes para desarrollar esta actividad a causa de las medidas de seguridad decretadas para evitar los contagios del coronavirus.

La nueva relación ferroviaria entre Galicia y el norte de Portugal fue anunciada en 2018 y suponía no solo una alternativa competitiva frente a la de Renfe, sino incluso a la del desplazamiento en vehículo privado, que implica un viaje de tres horas y cuarto de duración si se efectúa por autopista, cuando Arriva fijaba en una hora menos el de sus trenes.

Según informó entonces, cada día saldrían cuatro convoyes desde A Coruña y Oporto a las 8.00, 12.00, 16.00 y 20.00 horas y harían paradas en Santiago, Vilagarcía de Arousa, Pontevedra y Vigo en Galicia, mientras que en Portugal solo se detendrían en Nine para permitir la conexión con Braga. Los vehículos que pondría Arriva en circulación serían trenes Talgo con una capacidad para 220 pasajeros.

El anuncio de la compañía, de origen británico pero integrada desde 2010 en el grupo público alemán Deutsche Bahn, generó interés en las comunidades gallega y portuguesa porque, además del recorte del tiempo de viaje, supondría la eliminación del transbordo que ahora es necesario en Vigo entre las estaciones de Urzaiz y Guixar, para el que los horarios existentes no dan demasiado tiempo.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia respaldó en mayo de 2019 la solicitud efectuada por Arriva, para lo que desestimó las alegaciones en contra que había presentado Renfe, que consideraba que esta línea causaría un “importante menoscabo” en sus ingresos por la reducción de los pasajeros en el servicio que presta en la actualidad entre las dos ciudades. La compañía pública española expresó sus dudas, con el respaldo de Adif, sobre que el recorrido entre A Coruña y Oporto se pueda realizar en el tiempo anunciado, para lo que aludieron a la falta de electrificación de todo el trazado ferroviario.

Pero Competencia contestó que la actividad de Arriva no perjudicaría a las cuentas de Renfe y que, por el contrario, mejoraría el servicio que se ofrece ahora, por lo que dio vía libre al desarrollo del proyecto. Ese mismo año se conoció el interés de Deustche Bahn por deshacerse de Arriva con el fin de reducir su endeudamiento, aunque la operación todavía no se ha materializado.

Al margen de las obras que aún deben finalizar para que puedan cumplirse los tiempos de viaje planteados, Arriva exige antes comenzar a operar, que su actividad se desarrolle en pie de igualdad de con Renfe y Comboios de Portugal en cuanto a la distribución de los horarios de los trenes. Hay que tener en cuenta que se trata de dos empresas públicas que hasta el momento han carecido de competencia en el transporte de viajeros y que Arriva utilizará además la infraestructura ferroviaria de ambos estados, abierta recientemente al sector privado. La disponibilidad de horas adecuadas para la salida de los convoyes desde cada una de las ciudades que actuarán como cabeceras será decisiva para garantizar la viabilidad de la línea. En la actualidad, el primer tren que sale desde Vigo hacia Oporto lo hace a las 08.58 horas, por lo que quienes intenten tomarlo desde A Coruña tienen la opción de partir de esta ciudad a las 07.00 horas y llegar a la estación de Urzaiz a las 08.33, aunque desde allí deben trasladarse a la de Guixar. La otra opción es salir de A Coruña a las 05.35 horas y llegar a Vigo a las 07.41 horas, con más tiempo para realizar el transbordo, aunque con un prolongado tiempo de espera.

La salida sur de Vigo es el gran obstáculo para implantar la alta velocidad en el noroeste de la península

El pasado abril se puso en marcha la electrificación del tramo entre Valença do Minho y Viana do Castelo, lo que permitió reducir en 15 minutos el tiempo de viaje entre la primera de esas ciudades y Oporto, por lo que todo el recorrido del tren hasta la frontera española está ya electrificado, aunque pendiente de la homologación técnica de la línea. En territorio gallego todavía debe acometerse la electrificación del tramo entre Arcade y Redondela y falta recibir la autorización para la entrada en servicio de la obra de este mismo tipo realizada entre Guillarei y Tui. Pero para que pueda prestarse un servicio ferroviario de alta velocidad es necesario, además, resolver el problema de la salida sur de Vigo, para la que el Gobierno ya licitó el estudio sobre las opciones posibles. Ese trabajo tendrá un plazo de doce meses para su redacción a partir de su adjudicación, tras lo que luego habrá que seleccionar el recorrido más adecuado, elaborar el proyecto y construirlo, por lo que la alta velocidad todavía es un proyecto a largo plazo. La salida sur implicaría eliminar el paso por la estación de Guixar de los trenes de pasajeros para ser sustituida en ese tráfico por la de Urzaiz, que dejaría de ser terminal para que los trenes la atravesaran de un lado a otro. Esa medida permitiría reducir a tan solo una hora el tiempo de viaje entre Vigo y Oporto, lo que supondría una mejora sustancial en las relaciones ferroviarias en el noroeste peninsular, lo que justifica que se hay solicitado su inclusión en la Red Básica Transeuropea de Transportes. Desde el lado portugués se fijan 2030 como el año en que será posible circular con trenes rápidos entre Lisboa y la frontera gallega, un recorrido al que dan prioridad las autoridades lusas frente al interés español por la conexión ferroviaria con Madrid.