Sardinas, churrasco, cervezas, familias y grupos de amigos. Al San Juan de ayer solo le faltó su símbolo: las hogueras. Desde por la mañana y sobre todo tras la hora de comer los negocios de hostelería empezaron a preparar delante de los establecimientos las parrillas para la tarde y la noche. Hasta unas horas después no olerían las calles a sardinas y churrasco. El espíritu sanjuanero se respiraba antes en torno a los mercados y en alguna plaza céntrica, donde vendedores ambulantes ofrecían a los paseantes las tradicionales hierbas de San Juan para espantar males y traer salud y buena suerte. Grupos de jóvenes y adolescentes se dejaban ver desde primera hora de la tarde por las calles, este año más alejados de las playas, que a las nueve de la noche tenían que quedar completamente vacías, pero preparándose para sus respectivas fiestas.

Una mujer compra sardinas en la plaza de España. | // CASTELEIRO/R. A.

La noite meiga regresó ayer, paradójicamente y obligada por las circunstancias, a su terreno originario, los barrios, de donde un día emigró masivamente hacia las playas, que los jóvenes convirtieron en su territorio por excelencia. Este año, a medio camino entre la normalidad y los meses extraños que parece que empiezan a quedar atrás, la playa desierta a las 21.00 horas dejó, de nuevo, una estampa para la historia, que pusieron, por su parte, las más de 500 parrillas y barbacoas instaladas en distintos puntos de la ciudad. Riazor, Monte Alto, la ronda de Outeiro, Os Mallos o Azcárraga iban llenándose, conforme avanzaba la tarde, de densas humaredas, que servían como señal de los suculentos manjares que esperaban debajo. “Lo hacemos todos los años, nosotros de playa nada. Donde esté una barbacoa, unas sardinas... para nosotros es igual que si no hubiese pandemia”, asegura un grupo de parejas de mediana edad que se apresuró a coger sitio en una de las terrazas de Os Mallos dotadas con parrilla.

Un hostelero asa sardinas en San Andrés. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Las plazas fueron las grandes protagonistas en una fiesta que ayer, más que nunca, no entendió de edades: mientras jugaban los niños, los mayores comían sardinas, los jóvenes churrasco y los adolescentes se las ingeniaban para dotar a la celebración de un ambiente un poco más festivo. El deseo de una noche en la que no se han podido saltar hogueras es unánime: que este sea el último año en unas circunstancias similares, y que, aunque pueda regresarse a las playas, los barrios mantengan el pulso que han recuperado, aunque este año tendrá que ser solo hasta la 1.00. Para muchos, más que suficiente. Pese a que, además de hogueras, tampoco hubo ayer conciertos, farolillos, fuegos artificiales o la tradicional falla, lejos estuvo el ambiente de la tarde-noche de ayer del San Juan del año pasado, el más triste en décadas, con calles vacías y gente celebrando en la seguridad de sus casas, con una cuarentena todavía demasiado reciente. Meigas fóra, ayer más que nunca.

“Es un año especial, en vez de ir cada uno a su rollo, nos hemos juntado todos”

Alberto, Carlos, Luis, Maitane, Diego, Eloy, Mónica y Nicolás demuestran que el CRAT Coruña es un equipo dentro y fuera del campo. Ayer colgaron sus equipaciones de rugby para sumarse al ambiente sanjuanero en las inmediaciones de la plaza de la Colegiata, en el bar The black dog tavern. Porque el deporte es importante, pero también lo es saber divertirse. “De deseo, no vamos a pedir ganar, que ya lo ganamos todo. Casi mejor la regulación del precio del alquiler”, comentan, entre risas. Es el primer año que cambian la playa por las sardinas. “Es un año especial, en vez de ir cada uno a su rollo, nos hemos juntado todos”, explican.

San Juan vuelve a sus orígenes | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

“Colocamos más mesas de lo habitual en la terraza, a ver si la clientela se anima”

En el bar A Fuego lento, en Alfredo Vicenti, ayer se despacharon, por primera vez, cantidades considerables de sardinas. “Siempre las poníamos de pincho, antes de que la gente bajase a la playa”, cuenta entre brasas Wendy, una de sus trabajadoras. Este año lo hicieron a lo grande, dispuestos a dar cobijo y alimento a aquellos coruñeses que salgan a la aventura a buscarse un plan. Desde luego, ayer lo hubo. “Colocamos más mesas de lo habitual, arriba y abajo, también en la terraza. A ver si la clientela se anima. Ha sido un año con poca gente, los que estamos hemos intentado trabajar a tope. Ha sido complicado”, reconocen.

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“Llevo 22 años en A Coruña, y para mí la mejor fiesta es el San Juan”

“Llevo 22 años en A Coruña, y para mí el San Juan es la mejor fiesta que hay”. Para Carlos Carlie no cabe la menor duda. Natural de Uruguay, pero coruñés de adopción, el propietario de La Pala cambió ayer las pizzas por el churrasco y las sardinas. El toque uruguayo en su parrilla, el choripán, tampoco faltó. “Reservamos mesas para los clientes que estuvieron con nosotros este año tan difícil”, comenta. El optimismo se palpó en el ambiente, tanto para hosteleros como para comensales, pero la prudencia, insisten, todavía no se puede dejar de lado. “Es casi mejor que la gente esté aquí sentada manteniendo las normas que por ahí”, juzga.

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“Siempre venimos aquí, es un ambiente que representa el espíritu de la ciudad”

El grupo formado por Almu, Medea, Marta, Alberto, Iria, Javi Mariña y Gelines es fiel a la plaza de Azcárraga en la noche de San Juan. Ayer, como no podía ser de otro modo, la tradición se mantuvo. “Siempre venimos aquí, porque hay un ambiente heterogéneo, no está la gente al mogollón, representa el espíritu de la ciudad”, observan. El grupo que han ido conformando, sobre todo tras la pandemia, no quiere perder la oportunidad de festejar, sobre todo después de un año complicado que todos buscan dejar atrás cuanto antes. El deseo principal, con todo, dista del fin del virus. “Queremos que suba el Dépor”, piden.

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“Este San Juan lo vivimos con esperanza, después del año pasado, todo nos vale”

La noche de ayer no quiso perdérsela ni la pequeña Cloe, que asistió a su primer San Juan, con solo dos meses de vida, bien pegadita al pecho de su madre, que no perdonó este año las sardinas de plaza de España. Allí se juntaron, como cada año, Fran, Fernando, Lucía, Vanesa, Santi y Natalia, coruñeses de As Atochas, que el año pasado cambiaron el barrio por una casa particular. Este San Juan, ellos y sus familias regresaron a la plaza. Hubo fiesta para todos: mientras ellos se dieron un festín, los niños se divertían en la plaza. “Este San Juan lo vivimos con esperanza. Después del año pasado, todo nos vale”, aseguran.

San Juan vuelve a sus orígenes | CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

“Llevamos menos de un año abiertos, a ver si se levanta la cosa, es lo que nos queda”

Alejandro, Francisco y Rubén trastean entre brasas, fuentes de churrasco y sardinas en el bar Olimpia, que vivió ayer su primer San Juan desde que abrió sus puertas hace menos de un año, en unos tiempos especialmente complicados para el gremio de la hostelería. Los propietarios de bares y restaurantes de la ciudad queimaron ayer el meigallo con un San Juan que marcó, también, una nueva etapa en la que dejar atrás el virus y recuperar, poco a poco, las vidas de antes. “No tenemos el aforo que quisiéramos, pero dentro de lo malo está bien. De reservas estamos a tope”, comentan. “Llevamos menos de un año abiertos, esperamos que hoy se levante la cosa, es lo que nos queda”.

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