La vida de Siro Maceira ha transcurrido y transcurre entre videojuegos. “Soy streamer, fui caster [comentarista] de la compañía Blizzard durante cuatro años en España, colaboro con el de Valve, tengo un canal de YouTube de juegos, Orhy GG, desde hace seis, hago un programa de entrevistas a streamers, estuve con un equipo de esports [competiciones de videojuegos]profesional como representante de medios” desgrana. También trabaja en el FNAC de la plaza de Lugo, evidentemente en la sección de juegos, y hoy a las 19.00 horas participará en una charla sobre el último E3, uno de los eventos más importantes de la industria. Toda esta experiencia la ha vivido desde A Coruña, donde nació y reside, y explica que en Galicia “arrancan bastantes gamers [jugadores], pero los que empiezan a tener un nombre se van todos”.

Un ejemplo, sin salir de A Coruña, es el youtuber LOLiTO FDEZ. “Es uno de los mejores jugadores de Fortnite, y, aunque es de Málaga, vivía en Monte das Moas. Cuando dio el boom se fue a Andorra” por las ventajas fiscales, y Maceiras señala que lo entiende ya que en España “hay un problema con la regularización, cuando eres streamer o youtuber tienes que declarar como autónomo artista o torero”. Pero no es el único motivo: el youtuber gallego “de referencia” es El Xocas, que se mudó a Madrid, debido a que allí hay “mayor contacto con publicidad y medios”. Otro problema es la infraestructura, pues para ser gamer se precisan buenas velocidades de bajada y subida. Cuando Maceira se fue a vivir a Iñás (Oleiros), “tuve que dejar de hacer streaming durante un año, tenía mejor conexión en el móvil que en mi casa”.

Aún así sigue habiendo muchos gallegos aficionados o semiprofesionales en el mundo de los videojuegos, y cuando Maceiras dirigió la liga española de Heroes of the Storm se encontró con la “grata sorpresa” de que había una gran cantidad de jugadores en la comunidad, que en algún momento sumaban cinco equipos. “En el gaming vamos a la par, o por delante, de otras comunidades, por encima de Andalucía o del propio Madrid”, señala, con jugadores “de todas las edades” desde la adolescencia a los 50 años.

Esto Maceira lo achaca en gran medida a la LAN Party, las jornadas de convivencia de informática que antes se hacían en A Coruña y que creaban comunidad: “yo la viví con 18 años, ahora tengo 36 y me sigo acordando”. Y está habiendo un cambio cultural. “Hace unos años el cliché era que si llegabas a los veintipico y seguías jugando eras un vago”, pero, aunque en España todavía no hayamos tenido una implantación tan visible como en otros países, “el deporte de mañana va a ser electrónico”. En Corea del Sur ya hay canales dedicados solo a emitir partidas, y becas para convertirse en gamer profesional. Aquí todavía la retransmisión de videojuegos “está explotando ahora”, pero ya está asentada en otros países como Estados Unidos y Alemania, y el mundo streamer “se disparó con la pandemia”, según considera Maceira.

Niños y videojuegos

Las nuevas generaciones viven en ese mundo, pero Maceira señala que, para los niños, querer ser profesional puede ser contraproducente. “Eso no se consigue con dos horas jugando, sino con ocho entrenando” afirma. Las expectativas llevan a algunos niños a frustrarse cuando intentan competir y pierden, y esa frustración puede volcarse en rabietas. “Por desgracia, España es considerada una de las comunidades más tóxicas a nivel europeo, tenemos fama de ser muy de insultar” explica Maceira.

Lo que recomienda es que los niños no empiecen por competir en línea contra otros jugadores, y que jueguen “por disfrutar” contra la máquina o con un amigo en casa. También que no se encasillen en los videojuegos de moda y más populares, pues “hay juegos indies muy buenos para niños, algunos culturales, que pasan desapercibidos”.

¿Y qué pasa con los padres que quieren saber a qué tipo de contenidos se están exponiendo sus hijos? Maceira señala, en primer lugar, que no se les debe dejar navegar solos y sin limitaciones por Internet, y que, tanto para canales de streaming como para juegos, hay que fijarse en el PEGI, la recomendación de edades. “Los contenidos en streaming en general son seguros, hay streamers diciendo tacos y barbaridades, pero son para mayores de 18 años y el contenido aparece marcado para adultos” afirma Maceira, que señala que, aunque “está muy controlado” por la empresa, es recomendable que cuando un niño accede a un nuevo canal esté un adulto al lado y “eche un ojo de vez en cuando”. Fuera de eso, “ver a Ibai [un youtuber conocido] es como ver Martes y 13, y los padres tienen que acostumbrase a que es un sistema de entretenimiento muy bueno”, con canales de noticias o de documentales.

Esto no quita que haya que controlar qué videojuegos se consumen. Trabajando en FNAC, explica Maceira, vio cómo una madre iba a comprarle a su hijo de nueve años el GTA, pues el niño le había dicho “que es un juego de conducir”, cuando permite robar autos, trabajar como sicario o atropellar prostitutas. “Le pasé otro de conducir que no tiene eso” cuenta.