¡Qué conciertazo!, no dejábamos de repetir en el exterior de la Casa de la Música el Puerto, en A Coruña, tras escuchar la 5ª de Mahler con la Sinfónica de Galicia dirigida por Riccardo Muti. Buenos amigos como Eulogio, profesor de guitarra; Julián, crítico musical; Pablo, experto en Mahler; Tonino, directivo de un ente musical; Gonzalo, corista y papá de músicos o Xoán, el musicólogo del grupo, seguíamos hablando del concierto mientras nos dirigíamos andando a un local próximo en la Marina como hacemos tras todos los conciertos de la OSG, en donde comentamos las “mejores jugadas”, cual forofos futboleros.

En un espacio que solemos reservar esta pequeña asociación de melómanos de Coruña tras los conciertos, donde mientras picamos algo comentamos sobre lo que hemos escuchado: “qué manera de hacer música de Muti, eh?”, “¿habéis escuchado el tema de los chelos liderado por David Etheve?, ¡qué maravilla!”, “qué cuerda tiene la OSG, vaya pianísimos al límite!”, “yo creo que tiene el mejor viento de todas las orquestas españolas”, “a mí me impresiona como Simon Levey lidera desde el timbal”. También es un momento para sacar pecho de nuestra biblioteca discográfica: “pues yo tengo 24 versiones de las sinfonías de Beethoven” o “el otro día encontré una versión de la segunda de Mahler con Solti y Chicago”.

Hoy iba a ser una gran velada tras el concierto de la OSG con Muti, en el que aún resonaban en nuestras cabezas el solo de trompeta inicial de la 5ª de Mahler por un John Aigi que se salía del mapa como siempre, unido a ese brillante sonidazo de Petur Eriksson al trombón bajo. “¡Qué sonido saca la OSG en su sala!”,¡qué calidad tiene esta sala, qué comodidad, qué acogedora con una temperatura y luz ideales, qué concha acústica tiene esta Casa de la Música el Puerto de A Coruña!”, apuntaba yo: “es maravilloso cómo uno puede entender y escuchar perfectamente los planos diferenciados que tanto compositor como el gran Maestro Ricardo Muti quieren que el oyente escuche sin tener que “amplificar” la oreja”, “este auditorio es un lujo para nuestra ciudad, tiene un auditorio grande, dos salas pequeñas para conciertos o espectáculos, cinco salas de ensayo, y seis salas para conferencias, el escenario me han dicho que tiene plataformas móviles verticales y horizontales, en las que puedes hacer ópera o teatro.

Accesible para personas con movilidad reducida, los camiones de producción acceden y descargan en ascensores por la parte trasera, cafetería para el público, una sala de exposiciones, además puedes ir andando o en bus ya que está en el centro de Coruña, incluso dejar el coche en el parking.

Y ojo, una acústica que no envidia a la del Auditorio de Galicia o al Auditorio Nacional de España y debido a eso, los grandes directores y solistas hacen hueco semana tras semana en Coruña para dirigir o tocar con nuestra orquesta, como Metha, Baremboin, Harding, Rattle, Dudamel, Plácido Domingo, Petrenko…”, “¿sabéis que se pueden celebrar varios eventos grandes simultáneamente, como por ejemplo un concierto y una obra de teatro, un congreso de médicos mientras grupos pequeños ensayan en las salas de ensayo? “. No dejábamos de repetir: “¡un sueño, esto es un sueño!”.

Efectivamente, un sueño porque en realidad este concierto por desgracia nunca existió, y este auditorio ideal con forma de caja de zapatos que dicen es donde se logra la acústica ideal, que tanto orquesta como todos los coruñeses merecemos, no existe... todavía (esperemos).

Pero pongámonos en antecedentes, el Palacio de la Ópera actual fue inaugurado en el año 1989 durante la etapa de 23 años de alcaldía de Paco Vázquez, en la cual nuestra ciudad sufrió la transformación más grande del siglo XX, no solo abriéndola al mar y a la ciudadanía, sino dotándola de un equipamiento cultural y museístico sin parangón hasta el momento.

El actual Palacio fue inaugurado y diseñado como Palacio de Congresos, pero en ningún momento fue diseñado para albergar una super orquesta como la Sinfónica de Galicia, que en sus inicios se vio cómoda en ese emplazamiento. Lo cierto es que la OSG nunca dejó de mejorar, pero crecía lastrada por una sala que acústicamente no es buena y cuyas condiciones acústicas y de seguridad laboral son pésimas.

Y unido a que una orquesta de titularidad municipal deba someterse a un chantaje económico, sabedor de ser la única sala de esas condiciones en la ciudad, por parte de una empresa privada que tiene la concesión de la misma y le cobra a la orquesta nada más y nada menos que la nada desdeñable cifra de aproximadamente 850.000 euros anuales por ser la sede de la orquesta, ¿ustedes entienden algo?

El Palacio de la Ópera en su momento costó 1.400 millones de pesetas (8,4 millones de euros actuales), de los cuales Comar, la adjudicataria de la concesión, aportó 2,4 millones de euros (según datos públicos). Aparte del alquiler anual de la OSG, la concesionaria también alquila dicho recinto a congresos o conciertos, pero, ¿qué gana la ciudad aportando un suelo público a una empresa privada a escasos metros del centro de la ciudad que aún encima obtiene pingües beneficios y ha mantenido las instalaciones en un estado deplorable?

Creo es el momento de que Inés Rey aprovechando el debate sobre el uso de los terrenos del Puerto se plantee construir un auditorio de conciertos que los coruñeses merecemos y que por supuesto sea la sede no solo de la Orquesta Sinfónica de Galicia, sino de la Banda Municipal de A Coruña y que permita que agrupaciones de nuestra ciudad como la Orquesta de Cámara Galega o la Orquesta Gaos dispongan de un lugar para sus ensayos y conciertos, por no hablar de la centenaria Amigos de la Ópera o nuestra Sociedad Filarmónica de A Coruña.

Modelos como Bilbao o Zaragoza deberían de ser ejemplos de lo que yo como ciudadano quiero para mi ciudad… (continuará)

Este artículo es un homenaje a los fallecidos Simon Levey, Petur Eriksson, John Aigi y mi añorado amigo David Etheve, músicos de la Orquesta Sinfónica de Galicia, que con su arte pusieron a nuestra ciudad y nuestra orquesta en lo más alto, por ellos.