La alianza empresarial formada por Talleres Anvala y Astillero Bláscar A Graña se hace cargo ya de la explotación del varadero de Oza, situado en la dársena del mismo nombre, ya que la Autoridad Portuaria le cedió las instalaciones durante un año. El organismo informó que antes de que transcurra ese plazo licitará la concesión del recinto por un periodo mayor con el fin de garantizar la prestación de este servicio a la flota pesquera de la ciudad.

La Autoridad Portuaria señaló que esta iniciativa hará posible que el nuevo adjudicatario complete y modernice el varadero. El Puerto retiró el pasado octubre la concesión a Varaderos Lazareto, que tenía contrato hasta 2027, por el impago del canon, ya que la empresa pasaba por dificultades en los últimos años e incluso sufrió el fallecimiento de su propietario. Estos problemas llevaron a que los carros de varada permaneciesen vacíos durante meses, después de que hubiesen sido alquilados en enero de 2020 a Talleres Cillero, que permaneció en Oza durante una temporada.

La paralización de la actividad del varadero causó preocupación en el sector pesquero, ya que los buques precisan subir a tierra una vez al año para hacer trabajos de limpieza y reparación del casco, por lo que la inexistencia de este servicio en A Coruña les obligaba a acudir a otros puertos.

La nueva etapa del varadero comenzó con la llegada de un buque pesquero que ya se encuentra en reparación y tiene ya en funcionamiento dos de los tres carros de varada de que dispone. El Puerto destaca que la instalación cuenta con un sistema de recogida de aguas para evitar su vertido al mar y que cumple toda la normativa industrial y medioambiental.

Al lado del pesquero que se está reparando se halla en tierra el yate de lujo yate Brave goose of 1972, que perteneció al famoso delincuente británico John Palmer con el nombre de Brave goose of Essex y fue adquirido luego por el propietario de Varaderos Lazareto.

La embarcación, de 35 metros de eslora y casi cincuenta años de antigüedad, salió este año a la venta en un portal náutico por 400.000 euros, a pesar de que su verdadero coste se estima en casi siete millones.