El Museo de Belas Artes amplía su oferta más allá de su sede en Zalaeta y lo hace con la adquisición de cinco gafas de realidad virtual que ofrecen a los visitantes un paseo por rincones que, hasta ahora, estaban vetados al público, como la sala de restauración o la de almacenaje y clasificación de las obras.

Es una de las actividades del proyecto Museo en movemento, que tiene como objetivo amplificar la difusión de las obras de la entidad y hacerlo, sobre todo, entre sectores de la población que, normalmente, no irían al museo, como personas en situación de exclusión social, con diversidad funcional o mayores, entre otros.

Cuenta Manuel Mosquera, del departamento de difusión del Museo de Belas Artes, que esta idea se les ocurrió durante el confinamiento, para poder llevar las obras y los entresijos de la institución a aquellas personas que tenían dificultades para hacer actividades.

“Al principio, todos se ponen las gafas y se quedan sentados y muy quietos, después ya van entrando en la experiencia y lo que más dicen cuando acaban es: ¡qué guay!”, confiesa Laura Alejandro, que es educadora de este proyecto de Museo en movemento. Aunque la presentación oficial de este programa fue ayer, algunos miembros de entidades como Aspronaga han podido participar en este paseo virtual en el que acompañan la llegada del cuadro Emigrante, de Luis Seoane, a Belas Artes. Laura Alejandro y Manuel Mosquera puntualizan que, en ocasiones, esta es la primera actividad que pueden hacer estas instituciones desde el confinamiento y que, además, es también su debut en la realidad virtual.

Esta experiencia —que dura unos quince minutos— se complementa con actividades formativas, como un puzzle y pasatiempos que se les entregan a los participantes.

El presidente de la asociación de Amigos del Museo de Belas Artes, Pedro Vasco, explica que la idea es poder llevar las gafas con el programa a diferentes instituciones que trabajen con personas en exclusión social y que sin romper las burbujas en las que están y sin necesidad de desplazarse, puedan conocer cómo se trabaja en el museo y también cómo es el tratamiento que se les da a las obras. Lo harán durante todo el año —con la financiación de la Fundación Emalcsa y el trabajo de los técnicos de Belas Artes— y después empezarán a desarrollar nuevos contenidos virtuales para renovar la oferta que se puede ver con las gafas y que convierte al museo en una entidad itinerante. En el futuro les gustaría también poder colgar el contenido en la web para que otras instituciones e incluso particulares que tengan estos dispositivos puedan participar de estas actividades sin moverse de casa.