A grandes males, soluciones creativas. Eso debió pensar Manolo Pérez, propietario del bar As Lanchiñas, en la calle Nicomedes pastor Díaz, cuando instaló su terraza cubierta frente a su negocio y se vio obligado a idear la manera de iluminarla. “Me ponían problemas con la instalación y el cableado para pasar la luz del bar a la terraza”, señala. Ahora, las veladas nocturnas y cenas de As Lanchiñas se celebran bajo la luz que aporta la energía sostenible.

La receta: placas solares instaladas en la terraza y que aportan “más luz de la que necesito”. Manolo Pérez dio con la energía alternativa en un anuncio que encontró entre las páginas del periódico y se lanzó a probar. Desde entonces, todo han sido ventajas, asegura, sobre todo con la subida de las tarifas de la luz de los últimos tiempos. “Al precio que está la luz, ahorras un montón con esto. La inversión fue muy pequeña y el ahorro, enorme”, asegura. No hace falta, si quiera, que luzca el sol para que se haga la luz. “Las placas recogen la luz de las farolas”, comenta.

Tras el éxito de su experimento después de meses de prueba, el hostelero recomienda a sus compañeros de gremio que adopten la misma solución, ya que en ocasiones se tiende a explorar vías más engorrosas y menos sostenibles. “Lo comentamos una vez en la asociación de hosteleros, y hubo quien propuso instalar baterías debajo del suelo. Eso es un chollazo porque la instalación es terrible. No sé si alguien más habrá optado por las placas”, indica Manolo Pérez.

Ahora está por ver cuál es el futuro de las terrazas provisionales terminada la pandemia y sus perjuicios sobre los aforos de los locales, y si las placas solares podrán quedarse o la normalidad se las llevará a su vuelta. Los comerciantes y vecinos de la calle, asegura el hostelero, tienen clara la forma en la que se debería proceder en la zona. “Esta calle tendría que ser peatonal. Lo dicen todos. Creemos que sería más interesante para el comercio de la zona”, propone.