La investigación que se mantiene abierta sobre la paliza que acabó con Samuel Luiz se topa con las dificultades existentes para identificar al grupo de personas que participaron en los hechos. A pesar de que hubo testigos presenciales y de que al menos dos de los supuestos agresores pudieron ser reconocidos en un primer momento gracias a estas personas, la policía tiene ante sí el reto de averiguar cómo actuó cada uno de los intervinientes y determinar su responsabilidad en el fallecimiento del joven.

Para esclarecer lo sucedido los investigadores cuentan con la ayuda que suponen las cámaras de vigilancia existentes en el lugar donde se produjo la paliza, entre ellas la de control del tráfico que la Policía Local tiene instalada en el lugar. Pero ese equipo está situado en la isleta donde confluyen la avenida de Buenos Aires y la de La Habana y está ubicada a gran altura, ya que su objetivo es ayudar a regular el tráfico en un punto con una gran densidad de circulación.

Otro de los inconvenientes es que esta cámara no cuenta con sistema de infrarrojos para la visión nocturna, por lo que las imágenes que capta de noche no son de calidad, así como que enfoca hacia la calzada y no hacia la acera, lugar en el que se produjeron los hechos.

Las cámaras de seguridad de los establecimientos próximos al punto donde Samuel fue golpeado sí pueden aportar datos válidos para la investigación, ya que se encuentran a una distancia mucho menor. La Delegación del Gobierno reveló ayer además que los investigadores cuentan también con grabaciones realizadas con teléfonos móviles por testigos de lo sucedido, que seguramente aportarán datos decisivos para revelar tanto quiénes fueron los autores de la agresión como el grado de responsabilidad de los diferentes sospechosos.

La obtención de estas informaciones habrían justificado la demora en la realización de las primeras detenciones hasta ayer, aunque el delegado del Gobierno, José Miñones, advirtió después de que se hicieran públicas de la necesidad de que se permita a la policía continuar su trabajo porque es posible que se lleven a cabo nuevos arrestos al no haber concluido las investigaciones.

La conmoción causada por la violenta muerte de Samuel hizo que las redes sociales se poblaran de mensajes en los que se criticaba la tardanza en detener a los autores y en los que muchas personas dan por hecho que se trata de un crimen homófobo, aunque ni la policía ni la Delegación del Gobierno han confirmado por el momento que la orientación sexual de la víctima fuese la causa de la agresión y piden prudencia acerca de esta cuestión.

Ese es otro de los retos de la investigación, que debe averiguar si la paliza a Samuel tuvo su origen en un posible malentendido sobre la grabación de imágenes por la víctima con su móvil o estuvo determinada de antemano por su condición sexual.

Homenaje

“Samuel tenía que seguir cuidando, viviendo, no ser asesinado”, dice uno de los numerosos mensajes depositados en el punto de la avenida de Buenos Aires donde murió el joven auxiliar de enfermería. El lugar, frente a la playa de Riazor y a pocos metros de la rotonda de las Catalinas, se ha convertido en un homenaje al fallecido donde se dejan flores, velas y textos en recuerdo a Samuel. Quienes pasan por allí se detienen a leer las palabras escritas para expresar el dolor por la pérdida del amigo o el compañero de trabajo, además de las fotografías colocadas por quienes le conocieron. El hecho de que se trate de un punto céntrico de la ciudad y con numeroso tránsito peatonal y rodado contribuye a la visibilidad de este colorido homenaje al fallecido, al que incluso se sumó una tía suya, quien dejó sobre la acera un ramo de flores para recordar a su sobrino, aunque no es el único colocado en este improvisado altar en su honor.