“El escepticismo es el primer paso hacia la verdad”, decía Denis Diderot, y seguramente el ilustrado francés se sentiría orgulloso sabiendo que, siglos después de su muerte, hay adolescentes que dedican su tiempo a hacer artículos y piezas literarias en las que desmontan las pseudociencias, cuestionan creencias extendidas que no están respaldas por la Academia y denuncian la ignorancia acerca del coronavirus. Recientemente el Ayuntamiento y el Círculo Escéptico otorgaron a trece de ellos los galardones Isabel Zendal, que premian el pensamiento crítico y científico entre los jóvenes.

Premio a la juventud escéptica

El primer galardón de la categoría A (1º a 3º de la ESO y FP básica) de 2021 fue para Santiago Vilas, un alumno del Eusebio da Guarda que escribió su artículo La virulenta pubertad para explorar si la falta de información sobre el COVID en adolescentes les llevaba a saltarse las medidas contra la pandemia. Tras una rápida encuesta entre sus compañeros de clase, encontró una “evidente carencia de cultura: no conocían el riesgo de trombos ni el origen del COVID, o pensaban que no era necesario el uso de mascarillas” antes de que se retirase la obligatoriedad en exteriores. A Vilas, que empieza el próximo año el cuarto curso de la ESO, le gusta comunicar y tiene claro que quiere ser periodista.

Premio a la juventud escéptica

En la categoría B (4º de la ESO a 2º de Bachillerato y FP media) de 2021 el ganador fue Manuel Dopico, del instituto ferrolano Concepción Arenal. Este joven, que empezará el segundo curso de Bachillerato tras el verano, presentó O xigante verde, un relato en el que habla del eucalipto y su impacto ecológico. Tras informarse, comprobó que “no es tan perjudicial como dicen, el inconveniente más grave es el que quite espacio a otra flora autóctona, pero hay zonas ya protegidas y realmente no quita espacio”. Y, como lección más general, que “hay que cuestionarse todo; antes de dar por hecho que algo es cierto siempre viene bien informarse y documentarse”.

Premio a la juventud escéptica

Como la gala del año pasado se canceló por el coronavirus, en el acto se entregaron también los galardones de la edición de 2020. El primer premio en la categoría A recayó en Lucas Castro, también del Eusebio da Guarda, que presentó un texto sobre la criptozoología, una “pseudociencia” que busca monstruos como el yeti o la criatura del Lago Ness. Lo planteó como una obra de teatro, una conversación entre un padre, una madre y sus dos hijos, y la elección del género literario fue fácil: “en días anteriores había estado hablando con mi familia en la mesa sobre el tema. Con esa conversación ya había hecho el trabajo, y decidí transcribir”. Castro todavía tiene trece años, por lo que el momento de elegir carrera todavía le queda lejos, pero en el futuro le gustaría estudiar “algo relacionado con alguna ingeniería, o con ser profesor”.

El primer galardón de ese año en la categoría B correspondió a Iván Villar, del centro ovetense Santa María del Naranco-Alter. “Mi trabajo era una disertación que hablaba sobre la hipersensibilidad electromagnética” explica “un tema que está muy de moda. Todos lo oímos alguna vez, todos tenemos alguien cerca que dice que los teléfonos te van a dar cáncer o dolor de cabeza”. Pero, según las fuentes que ha consultado, estas afirmaciones “no tienen un trasfondo científico y no están demostradas”, pese a que el Ayuntamiento de Oviedo haya querido quitar las wifis de los colegios para que los niños no estuviesen expuestos a ellas. Villar ya tiene diecinueve años, y ha cursado el primer curso de Física.

Los galardonados con el primer premio recibieron cada uno 300 euros, mientras que los que consiguieron los segundos y los terceros se llevaron, respectivamente, 200 y 100. Además, se editará un volumen con los trabajos premiados. En la edición de 2020 hubo también un áccesit.