El barrio de Agrela desde otro punto de vista, desde el de la curiosidad por saber cómo evoluciona la ciudad y sin prejuicios. Con estos cimientos construyeron los integrantes de Ergosfera, un taller de exploración urbana para jóvenes dentro de la programación Nocturnia, que se celebró durante los meses de junio y julio. Uno de los miembros del colectivo que guió el taller, Iago Carro, considera que la transformación de Agrela es “fascinante” y que se puede aprender mucho de ella para la ordenación de los muelles interiores, porque ha conseguido pasar de polígono industrial a barrio sin depender de la vivienda.

Parcela en la que pastan ovejas, con la refinería al fondo. // ERGOSFERA

“El día a día de Agrela no es solo industrial, hay gente paseando, actividades de todo tipo en diferentes horarios. Aprovechamos para hacer una cartografía para retratar este barrio, que está completamente consolidado y en proceso de transformación”, relata Carro. Una vez terminado el proyecto, los integrantes del taller, colocaron las imágenes que pudieron tomar con sus móviles en algunos de los espacios públicos de Agrela y se las ofrecerán a la asociación de empresarios realizar una muestra con ellas.

“Es un ámbito en el que se puede leer cómo se transforman las ciudades: si a mediados del siglo XX comenzó a cambiar radicalmente su condición rural original hasta convertirse en uno de los principales polígonos industriales de Galicia, en este siglo está experimentando otro importante proceso de transformación desde esta monofuncionalidad productiva, cada vez más terciarizada, hacia una vida urbana compleja y con espacios y actividades frecuentables por cualquier persona”, explican desde Ergosfera, y es que, las grandes naves industriales han dado paso a otro tipo de actividades, como la hostelería, el ocio activo e, incluso, las religiosas, que, cada vez, según comenta Carro, están “más expandidas”.

Tras recorrer el barrio, en la cartografía digital señalan las barreras arquitectónicas, los proyectos en desarrollo, como el parque comercial Breogán Park, que se levantará en la antigua parcela del Dolce Vita, los negocios que hay e, incluso, los grafitis o las vallas dobladas para crear atajos en el barrio. Se recogen también esos otros usos informales que hacen los vecinos de los espacios de la ciudad, como el hueco bajo una escalera, con signos evidentes de haber sido habitado, o las parcelas en las que hay gallinas y ovejas y que conviven con la refinería. “Son usos ciudadanos que aparecen en zonas en las que no hay otros formales consolidados. En un barrio como este, en el que hay infraestructuras como el oleoducto, la vía del tren abandonada... aparecen usos informales y no solo esos, sino también en la rotonda de O Birloque, que es donde se corta el tráfico cuando hay una protesta”, comenta Carro, que hace hincapié en la aparición de vías secundarias, que los vecinos abrieron en parcelas públicas y privadas.

En este recorrido, los integrantes del taller se encontraron con que había “más vivienda de la esperada”, unas ochenta, aunque es un uso residual. “En el plan urbanístico ya se abría la puerta a que hubiese una vivienda por parcela para la persona de seguridad, por ejemplo. Eso es fundamental porque así los usos no entran en conflicto, cualquier actividad que se desarrolle no confronta con la vivienda”, relata Carro. Otra de las características que hace especial el barrio de Agrela es la diversidad en el tamaño de sus parcelas, que van desde la Estrella Galicia hasta “pequeñas vías de servicio”.

“Por su condición de centralidad y por los usos que tiene actualmente es uno de los sitios de los que más podríamos aprender de cara a pensar en el futuro de los muelles interiores, porque tiene una vida urbana activa, que cada vez va ganando más actividad sin depender de la vivienda. Son otros usos los que le dan esa actividad tan importante”, comenta Carro, que asegura que Agrela ha dejado de ser ese polígono industrial para mayoristas para convertirse en un barrio en el que hay actividad las 24 horas y todos los días.

“Ya no hablamos solo de los negocios, los fines de semana se puede ver a la gente corriendo y paseando por sus calles”, describe Carro, que apunta además a que prueba de esta integración en la ciudad es también que se haya llevado el carril bici hacia la zona.

“Pensamos que hay que aprender de Agrela porque tiene, además, muchos servicios abiertos todo el día, como gasolineras, restaurantes de comida rápida, el parque de bomberos... Es una característica urbana trascendental y eso deriva en que, cada vez, tenga más usos urbanos”, comenta, y todo esto, sin que se hiciese un plan de desarrollo que tuviese este objetivo de barrio permeable. Los usos terciarios estuvieron siempre permitidos, aunque explotaron a partir del 2000.