Andrés Suárez abrirá este sábado las Fiestas de María Pita 2021. Promete emoción y desconexión a todo el que vaya porque es de los que piensa que estos conciertos son de “lo poco bueno” que tiene la pandemia. La cita con el artista ferrolano arrancará a las 22.00 horas, pero las entradas volaron en apenas 15 minutos.

Se sube al escenario de María Pita, cerca de su casa. En su infancia o juventud, ¿disfrutó de estas fiestas?

Sí, cuando éramos felices y no lo sabíamos y podíamos abrazarnos y saltar. Esas cosas que echamos tanto de menos. Las disfruté mucho. Sobre todo, disfruté de la ciudad. Siendo de Ferrol, a mucha honra, como está casi al lado, me crie tocando en bares de A Coruña cuando éramos cinco personas. Empecé cantando para tres, luego otros tres y otros tres hasta los 800 que habrá en María Pita.

Su nombre apareció en el festival O Son do Camiño y acaba de actuar dos noches seguidas en Las noches del Botánico de Madrid. ¿Es una forma de recuperar el tiempo perdido?

Por desgracia, a todas las personas de todas las edades e ideologías políticas, el maldito virus nos ha arrebatado muchísimos días de nuestra vida. Una forma de mirar hacia adelante es el apoyo a la cultura segura. La realidad nos defraudó de tal manera desde hace un año y medio que yo, particularmente, solo me puedo evadir si voy a un monólogo, al teatro, al cine o veo una serie o una película. En un concierto, trato que durante una hora y media abraces a quien no pudiste abrazar, te rías o llores. Reivindiquemos el estar muy vivos. Entiendo que estamos agotados, deprimidos, con ansiedad. La situación es horrible para todos pero necesitamos algún tipo de motivación que nos empuje y fuerce a tirar para adelante porque si no sería todavía más horrible.

Le hemos visto colaborando con otros artistas, ¿es su forma de entender la música?

Sí. En estos últimos tiempos hemos aprendido que la rivalidad no lleva a ningún lado, pero mucho menos en este oficio. Yo contigo, no contra ti. Ya que somos supervivientes de una pandemia, qué menos que poder compartir esto. Cuando llegue a A Coruña supongo que me pondré llorar al pensar dónde estábamos hace un año y dónde estamos ahora.

¿Cómo son los conciertos de la nueva normalidad?

Respeto a mis compañeros a los que no les gusta nada o que no quieren tocar hasta que volvamos a la antigua normalidad, la vida de antes. Pero a mí me está gustando. Es cierto que a nadie le gusta estar a cuatro metros de otra persona porque necesitamos ese cariño y ese contacto, pero dentro de lo malo, en lugar de quejarme en mi casa todo el día, puedo hacer esto, que me gusta. Hay que tener la mascarilla, no puedes saltar ni bajar al público, pero ver a una madre abrazada a su hija llorando 30 minutos no lo voy a olvidar jamás. Ver a la gente que se emociona en un concierto, que te aplauden más fuerte y te miran con una intensidad abrumadora. Ahora el abrazo está en los ojos, no tenemos otra manera. Me voy a quedar siempre con ese recuerdo. Lo poco bueno que está teniendo esto son los conciertos. Me emocionan mucho. Veo que la gente se lo pasa bien y se evade. Ese recuerdo me lo guardo.

A través de los ojos es su último libro, que da nombre a una canción. ¿Ha aprendido a cantar con los ojos o entender los del público?

Sin ninguna duda. Nos estamos acostumbrando a saber cuando uno sonríe o está enfadado, aunque sea con mascarilla, porque por desgracia es lo que tenemos. Mi segundo libro, A través de los ojos, no es un libro pandémico, es decir, no escribí por y para la pandemia, pero sí es verdad que tiene algo de eso. Era un homenaje a la gente que va a los conciertos y se me coló una pandemia mundial. Tenía que hablar al final de esa situación tan horrible. A través de los ojos tiene mucho de todos estos días en los que no nos queda otra cosa que la mirada sostenida. Antes ya sucedía, cuando me subía a un escenario, no tenía otra manera de comunicarme con las personas que con los ojos, porque yo cantaba y la otra persona escuchaba. Había miradas furtivas, cómplices y sostenidas y sucedían cosas muy hermosas. El libro habla de eso. Tomé prestados elementos, objetos y realidades para mirar a través de ellos y hablar de todo lo que nos decimos con una mirada.

¿Cómo fue ese proceso de fusionar música y literatura?

No es que sea lo mismo, pero creo que se parecen mucho. A mí me resulta infinitamente más fácil hacer una canción porque tiene un ritmo, una rima, una métrica. Te puedes levantar una mañana con una melodía certera y es un estribillo y solo tienes que escribirlo luego en un papel. En un libro, tienes una hoja en blanco y es durísimo enfrentarse a ella. A veces tienes que mirarte en ella, y mirarse al espejo es muy jodido, o ser capaz de escribir 400 palabras que valgan la pena. Escribir un libro es un acto de verdad. Yo me desnudé, me desahogué, lloré y reí. Piensas que es un proceso sencillo de sentarte y escribir, pero no. El trabajo de mi editor fue abrumador. La crítica constructiva me encanta porque te hace crecer. Me lo pasé muy bien sufriendo.

También en sus canciones enseña partes de su vida, ¿hay algún tema que le ha costado más compartir o que nunca haya visto la luz?

Por supuesto que lo hay, pero creo que la gente necesita esta verdad. No sé si mis canciones valen la pena, yo me vendo muy mal, y pienso que la gente tiene que elegir, además hoy en día en internet hay una oferta cultura gratuita y abrumadora, pero creo que es importante contar la verdad. Yo hablo de mis abuelos, de mi madre, de mi padre, de Ferrol, de Pantín, del muelle, de cómo en mi ciudad se me murió mi mejor amigo de sobredosis cuando tenía 16 años. ¿Cómo no voy contar eso con dolor, llanto, ira, pena y rabia? Pero esa verdad va a hacer que te emocione más que un estribillo comercial o una fórmula para vender. La gente se da cuenta enseguida, es muy inteligente, y como la tomes por tonta, se va a ir. La gente tiene que volver distinta a casa tras ir a un concierto. O al escuchar un disco, tiene que haber algún momento en que se le erice la piel. Eso es lo que estoy buscando. Tuve una vida maravillosa, con la naturaleza, la gastronomía y los paisajes más hermosos que hay, que son los de Galicia, y cuando los plasmo en un papel, la gente ve esa intensidad y la agradece.

Es muy activo en redes sociales, donde incluso ha compartido un vídeo vacunándose. ¿Es su diario?

Tampoco tanto, pero era lo mínimo. Yo sé que hay muchas críticas a la famosa foto de la vacuna, pero oiga usted, hace un año y medio, que no es nada y hay mucha gente que no se acuerda, esa gente nos estaba salvando la vida. Salíamos a la calle gritando “gracias sanitarios, salvadnos la vida por favor que nos morimos” y aplaudíamos con todas nuestras fuerzas. ¿Cómo no voy a subir un vídeo para dar las gracias? Para algunos el COVID quedó como una anécdota, pero los sanitarios siguen haciendo jornadas de 40 horas, están colapsados, sin dormir… Creo que la memoria es cruel. Yo diré “gracias sanitarias” el resto de mi vida. Parece que no hemos aprendido nada. Lo que han hecho por nosotros y siguen haciendo me parece tan absolutamente abrumador. A los políticos, guárdense ustedes el aplauso y ayuden de verdad a los sanitarios. Yo soy hijo de enfermera y no sabía lo que era un EPI. Creí que una pandemia mundial era una serie de ficción de sobremesa y ahora llevo una mascarilla. Aún estamos aterrizando del shock emocional y psicológico que es todo esto, pero en la cadena de agradecimiento, de primero están los sanitarios.