El cierre por deudas del Club Financiero Atlántico el año pasado dejó sin uso sus instalaciones, situadas en la avenida Salvador de Madariaga, 76 y que pertenecen a una sociedad diferente de la entidad patronal, si bien participada por algunos socios de esta. El presidente y accionista mayoritario de la propiedad, el empresario Esteban Vales, convocó una reunión de la junta de socios el próximo 1 de septiembre para que ratifiquen un contrato de arrendamiento del solar de la parcela a una “firma de primer nivel”. Fuentes del accionariado señalan que se estaba negociando con “una serie de empresas de alimentación”, pero otras fuentes conocedoras de la negociación indican que se está ultimando un acuerdo con Mercadona para convertir el inmueble en un supermercado.

Las características del edificio no acompañan, en principio, la creación de un negocio de este tipo, pues tiene instalaciones, como la piscina, que no serían aprovechables, y un aparcamiento relativamente pequeño. De acuerdo con fuentes próximas a la negociación, el contrato, presumiblemente de larga duración, traería el derribo de las actuales instalaciones para levantar otras adaptadas al nuevo negocio, y la incorporación de un nuevo párking subterráneo.

En lo referente a la firma del contrato, pese a la convocatoria de la junta general de socios de la entidad, denominada Propietaria Club Financiero Atlántico Sociedad Anónima, la decisión depende del presidente. Según señala Mariano Gómez-Ulla, que fue el último presidente del Club Financiero Atlántico, Vales tiene actualmente en torno al 60% de las acciones, por lo que el acuerdo dependerá de su disposición. Mercadona señaló a este diario que por el momento no hay “nada cerrado”, por lo que el grupo prefirió no realizar comentarios.

Gómez-Ulla había señalado, entre los motivos por los que el Club Financiero entró en concurso de acreedores en diciembre de 2019, la subida del alquiler de las instalaciones, pero aclaró a este diario que Vales “no ha sido el culpable de la desaparición” , ya que él se limitó a buscar rentabilizar la inversión realizada al adquirir participaciones de la propiedad, algo “de absoluta justicia”. También afirmó, al ser preguntado por la posibilidad de que el solar se alquile, que “ojalá haya algo de cierto” en eso, pues “los que hemos estado en el Club Financiero” prefieren que el solar tenga algún aprovechamiento.

En el momento en que empezó su concurso de acreedores, las instalaciones del Club Financiero Atlántico llevaban treinta años abiertas, y abogado del ente durante el proceso concursal, Rafael González del Río, señaló a este diario que la entidad no abonó el alquiler durante cuatro años debido a sus dificultades económicas. En julio de 2019 se dejó de pagar a Hacienda, a la Seguridad Social y a los trabajadores, con lo que las cuotas de los socios fueron intervenidas. En marzo de 2020 el Club Financiero, con una deuda de 300.000 euros, anunció el abandono de las instalaciones y el despido de sus 21 empleados.