“Esto ya parece A Coruña otra vez”, decía ayer el presidente de la Asociación Galega de Artesanía, José Manuel Salvado Sanín, al ver que, en los jardines de Méndez Núñez, había un ir y venir de gente que se paraba en los puestos, tanto de la feria de artesanía Mostrart, como en la del libro que, tan solo unas horas antes, habían levantado sus persianas. Tanto artesanos como libreros confiaban ayer en que todo saliese bien, al ver un primer día en el que todo se les puso de cara, con un día sin frío, nublado y sin lluvia, que es el que más anima a los vecinos a salir a pasear.

Cristina, de la librería Berbiriana, considera que la feria siempre es “un aliciente” para conocer a gente y también para que los clientes conozcan la librería y se animen a comprar, si no es en las casetas, sí más adelante. Juan Carlos Pérez, de la librería Arenas, confía en que la feria sea “mejor aún” que la anterior. En su caso, la mañana empezó bien, no solo con la venta de libros que ya sabía que serían demandados, como los de Juan Gómez-Jurado, sino también con ediciones propias, como el de Historias de Galicia que nadie te había contado.

“Nosotros hacemos muchos eventos a lo largo del año y la feria es uno más y hasta que se acaba no podremos saber cómo fue, pero es también un gasto, porque hay que tener personal, hay que pagar la caseta, trabajar los fines de semana, tener stock para la calle y para la tienda... Es más estar aquí y tener presencia y mantener viva una actividad que es muy importante para la ciudad”, relataba ayer Esther Gómez, de Moito Conto.

Con ganas de conocer, de compartir y de asesorar estaba también Nuria, de Metrópolis Cómics. “Que se celebre ya es una buena noticia”, comentaba, porque les da la oportunidad de que más público se interese por las novelas gráficas y que se adentren en un mundo que quizá de otro modo no les hubiese llamado la atención. “Hay muchas familias y se están animando a acercarse a las novelas gráficas. El año pasado era más restrictivo. Obviamente, hay gente que viene con una lista de títulos que le gustaría llevarse, viene y pregunta, pero viene también en busca de consejo, porque ahora hay mucha variedad”, explicaba Nuria. “Lo que queremos es que sea un ambiente festivo”, decía ayer Suso, de la librería Azeta. “Cuando vienes a una feria no buscas unas ventas fantásticas, pero puede que cuadremos cuentas”, admitía y animaba a la gente a ver los puestos y a consultar las novedades y los precios.

La feria del libro cuenta con 18 librerías y ocho editoriales y estará abierta hasta el 10 de agosto y contará con un centenar de actividades, como firmas y presentaciones.

Marieta, de Manolo Cremallera —de artesanía de cuero, en la calle Torreiro—, defiende que la pandemia volvió “un poco más conscientes” a los vecinos de la importancia “del consumo local y de proximidad” y de que, si cierran sus negocios, las calles no son lo mismo. y que nadie querría vivir en la ciudad. “Nosotros siempre bajamos un poco los precios para ayudar a que funcione mejor la feria. Estamos contentos porque está habiendo mucha gente”, comentaba ayer Manolo, que notaba, sobre todo, la ausencia de los cierres perimetrales, que el año pasado lastraron el desarrollo de la feria, y también, la selección de los artesanos, ya que tienen que hacer un proceso creativo. “No vale con que engarces elementos, hay que desarrollar y ser más artesano y eso hace que los puestos tengan un valor añadido”, comenta. Para María José Lois, de Cuaderna Maestra, la feria de este año “empieza a parecerse” a la de siempre. “Este año hay mucho más público y veo que hay ganas de salir, de comprar... Vienen y preguntan, ya es casi como el Mostrart de toda la vida y hace falta, porque fue un año muy muy muy duro”, reconocía. Mostrart estará abierta hasta el 29 de agosto, con 73 artesanos.