El músico Carlos Núñez (Vigo, 1971) lleva décadas siendo una de las principales figuras de la música celta a nivel internacional. En 1996 sacó su primer disco, A Irmandade das Estrelas, que vendió más de 100.000 copias, y ahora acaba de publicar, además de una edición en vinilo de este álbum, A Irmandade das Estrelas (25 Aniversario), con colaboraciones con diversos artistas gallegos, españoles e internacionales. Mañana actuará a las 22.00 horas en María Pita como parte del programa de fiestas de verano municipales.

Llega a la ciudad justo después de actuar en el Festival de Lorient. ¿Echaba de menos los escenarios?

El hecho de poder celebrar conciertos es una enorme alegría. La música se está despertando. El concierto de A Coruña va a ser uno de los highlights de este verano, la gran celebración de A Irmandade das Estrelas en Galicia. Al igual que el original, tiene muchas colaboraciones. En el original tenía a Luz Casal, que invité a cantar Negra Sombra, Dulce Pontes, The Chieftains, mis maestros irlandeses... En este nuevo disco tenemos a Rozalén, Andrés Suárez, que canta una cantiga medieval, Iván Ferreiro, Fon Román, a Tanxugueiras, a muchos artistas de Galicia, el irlandés Glen Hansard, que ganó un Óscar hace poco. Y para el concierto de A Coruña he invitado a Manuel Rivas. Fue el que bautizó A Irmandade das Estrelas e hizo un texto fundacional, y luego colaboramos por la pieza audiovisual que hice por el Xacobeo, recitando el poema de Amergin. Va a estar en el escenario.

The Chieftains, que fueron muy importantes en sus primeros años, son embajadores honorarios de Irlanda. Usted ha trabajado en muchos países, ¿intentó tener el mismo papel con la música gallega?

Han sido mis maestros, y he seguido su estela. Me llevaron con ellos desde los 18 años, cuando hicimos una banda sonora de La isla del tesoro, en Hollywood, con Charlton Heston. Con 24 años me llevaron de gira por Estados Unidos, Australia, Japón... Me vi tocando con grandes de la música universal: The Who, Bob Dylan, Sinnead O´Connor, un día aparecía Sting por los camerinos... Con 23, 24 años, cuando saqué A Irmandade das Estrelas, me prometí que quería lo mismo para nuestra música: hacerla internacional e invitar a artistas universales para que pudiesen aportar a nuestra música tradicional. Es la es la filosofía de A Irmandade, que gente de todos los géneros puede aportar y se puede aprender de ellos: desde un rockero a uno del pop, un cantautor, gente de música clásica, tradicional, electrónica... En esta nueva Irmandade hemos colaborado con gente muy joven, que ha trabajado con C. Tangana. En grabaciones de música urbana, que hace Tangana, Rosalía o ellos, emplean ritmos muy similares a la muiñeira, y me interesó mucho. Cuando empezaba con The Chieftains aprendía de la gente mayor que yo, y ahora lo hago de la gente más joven, que aporta su visión tecnológica, su lenguaje de música urbana.

¿Le gusta la denominación música celta, o quizás esta no tiene una definición clara?

Me encanta y creo que es una de las joyas que tiene Galicia. La música celta lleva siglos en funcionamiento. Hay gente que piensa que nació con los festivales de los años 70, con Ortigueira o Lorient, pero lleva siglos, y además, llamándose así. Es un género que merece ser más estudiado, ser estudiado más seriamente y tener más reconocimiento. Detrás de la música celta la gente se imagina brumas, misterios, leyendas... Pero es un género que ha nacido fruto de los intercambios del Atlántico desde hace siglos. Los Finisterres atlánticos llevan muchos siglos, quizás incluso milenios, en contacto. Es algo que dicen arqueólogos y lingüistas y que se está comprobando en la música. ¿Dónde es más fuerte la gaita en todo el mundo? En el Atlántico, y la gaita gallega lleva mil años en activo, tal como la conocemos. Seguramente es la más antigua de las que siguen en activo. La música celta es una herramienta internacional, y que curiosamente poca gente cultiva. Me parece una pena porque me parece lo más internacional que tiene Galicia, junto con el Camino de Santiago.

¿Cómo se puede eliminar este desconocimiento?

La música celta siempre ha estado ahí, pero ha habido momentos en los que solo ha sido conocida por una minoría preparada. La condesa de Pardo Bazán sabía perfectamente lo que era la música celta, ella era la presidenta de la Sociedad del Folclore. Hubo picos de popularidad, el último en los años 90, y momentos en los que la moda remite. Pero aunque moda remite, ves que hay gente joven trabajando duro, estudiando mucho... Veo gente joven súper preparada, en Galicia, en Escocia, en Irlanda, en muchos países, pero a lo mejor no se les conoce, no hay un acceso mediático fácil. Es súper importante divulgar. No solo se trata de tocar música, también hay que educar a la gente, compartir estos conocimientos. Y lo que seguimos aprendiendo, pues cada año descubrimos cosas nuevas. Yo no sabía que Beethoven había compuesto casi 200 obras basadas en músicas celtas, que este año hemos grabado por primera vez en un concierto en streaming. Y la divulgación tiene que ir de la mano de la Universidad y la ciencia. La asignatura pendiente de la música celta es su reconocimiento y estudio profundo por parte del mundo científico. La musicología aún tiene que hacer sus deberes.

¿Sabría decir el momento, o el motivo, que le llevó a dedicar su vida profesional a la música celta y no a otro género?

Cuando viene a tocar al festival de Lorient por primera vez tenía trece años. En aquel momento ya sabía lo que quería, tenía los sueños muy claros. Aquel fue un año muy importante para mí, 1984: con trece años recién cumplidos, conozco a The Chieftains y me los presentan, toco en Castrelos, en Vigo... Fue un año clave. En el fondo, lo que he venido haciendo ha sido seguir esa estrella, seguir ese sueño.