Desde que empezó su andadura en el mundo del tatuaje con menos de 18 años, la artista coruñesa Carlota Cobas ha tatuado cientos de sus diseños, enmarcados en la técnica del fine line: desde calaveras hasta palabras sueltas, animales, querubines o estrellas. Su especialidad, por encima de cualquier otro dibujo que puedan pedirle, son las plantas, que colecciona en físico en su terraza y en miles de bocetos sobre las pieles de sus clientes. Una destaca por encima del resto: el toxo, la flor más endémica de Galicia y también del cuaderno de Carlota Cobas, que ha decidido, tras una profunda reflexión, dotar de exclusividad a la flor más repetida y lanzar una curiosa edición limitada.

“La mitad de mis tatuajes eran toxos. Me empezó a preocupar que algo que en un principio era diferente, acabase cayendo en la repetición de tatuajes en serie. No quería que algo que empezó como una cosa especial se acabase perdiendo”, justifica ella. Después de esa última centena, de su máquina no saldrán más toxos, que se irán convirtiendo, a su modo, en “una pequeña obra, únicos y cada vez más limitados”.

La joven no se anda con rodeos en este proyecto: con cada uno de los últimos ejemplares, entregará al propietario de la piel que sirva de lienzo un certificado como conclusión a la sesión, que detallará el carácter limitado del diseño. Cada certificado, además, llevará impresa una ilustración en risografía a cuatro tintas, salida del taller Laconcongrelos. Cada cliente agraciado se llevará, por si un dibujo de por vida en su piel no fuese suficiente recuerdo, una fotografía de Polaroid con su diseño, “gemela” de otra que compondrá el mural Los 100 últimos toxos, con el que la autora dejará testimonio tangible del proyecto. “Cada tatuaje llevará un número. No tatuaré toxos sin número, ya que esto desvirtuaría el proyecto”, advierte, aunque asegura que el número será “lo suficientemente pequeño para que pase desapercibido”.

La tatuadora elaborará los tatuajes en el estudio en el que trabaja desde el septiembre del año pasado, Zink Tattoos. La cuenta atrás ya ha empezado: esta misma semana, Cobas tatuó el décimo toxo de la serie, con lo que solo quedan 90 flores por salir de sus manos. Los interesados tampoco podrán ponerse demasiado exquisitos con sus peticiones, pues la exclusividad y el carácter limitado del proyecto va más allá de una serie reducida: el cliente elegirá el diseño una vez recale en el estudio, de entre una remesa de bocetos completamente diferentes entre sí. No hay dos iguales, una peculiaridad que le brinda su técnica: “Son dibujados al natural. Normalmente, suelo salir con el cuaderno y dibujar lo que me encuentro, por eso son todos diferentes”, explica.

La propia huella de la tatuadora y su proceso creativo estará presente, de forma especial, en el conjunto de las obras, pues la joven irá concibiendo los diseños a medida que vaya evolucionando el proyecto, como forma de dejar testimonio del estilo que más esté empleando en determinado momento su autora. Quien quiera mantener el diseño hasta el día de la sesión, puede. Quien no, también, pero con matices. “Podrán pasarse por el estudio unos días antes si quieren, pero no los enviaré”, advierte Cobas. “Habrá una amplia selección para que puedas escoger, así que sin duda encontrarás alguno que sea para ti: diferentes tamaños, solo línea, microrrealismos, pequeñas flores sueltas o tallos enormes buscando una piel que habitar".